02 octubre 2011

EL AMENAZADO. Jorge Luis Borges.

                       
EL AMENAZADO

Es el amor, tendré que ocultarme o huir. Crecen los muros de su cárcel, como un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única ¿de qué me servirán mis talismanes;  el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó al áspero norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que me miran por las ventanas, pero la sombra no me ha traidor la paz.
Es, ya lo sé, el amor; la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con su mitología, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (esta habitación es irreal; ella no la ha visto). El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.
 
Jorge Luis Borges
             

LA HORMIGA. Marco Denevi

LA HORMIGA
Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott, una multa de cien znacks.
 Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales. Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros. Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga. Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones. Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de identificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado. Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una mañana. Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón. Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: "Arriba... luz... jardín... hojas... verde... flores..." Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
 
Marco Denevi

Celebración de la desconfianza. Eduardo Galeano

Celebración de la desconfianza

El primer día de clase, el profesor trajo un frasco enorme:
–Esto está lleno de perfume–dijo a Miguel Brun y a los demás alumnos.–Quiero medir la percepción de cada uno de ustedes. A medida que vayan sintiendo el olor, levanten la mano.
Y destapó el frasco. Al ratito nomás, ya había dos manos levantadas. Y luego cinco, diez, treinta, todas las manos levantadas.
–¿Me permite abrir la ventana, profesor?–suplicó una alumna, mareada de tanto olor a perfume, y varias voces le hicieron eco. El fuerte aroma, que pesaba en el aire, ya se había hecho insoportable para todos.
Entonces el profesor mostró el frasco a los alumnos, uno por uno. El frasco estaba lleno de agua.


    Eduardo Galeano
"El libro de los abrazos"

EL OTRO YO. Mario Benedetti

EL OTRO YO
  
Del “El otro yo”
  Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Éste no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió  a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.  
Mario Benedetti

18 septiembre 2011

Curiosidades idiomáticas

Curiosidades idiomáticas

Entre los matices que distinguen a la lengua española figuran en un sitio relevante las curiosidades. Pongo de muestra un caso de acentuación. Aquí se trata de una oración en la cual todas sus palabras - nueve en total - llevan tilde. Ahí les va: 

«Tomás pidió públicamente perdón, disculpándose después muchísimo más íntimamente».
A lo mejor una construcción forzada, pero no deja de ser interesante.
Y disfruten este: 

La palabra oía tiene tres sílabas en tres letras. 

En aristocráticos, cada letra aparece dos veces. 

El término arte es masculino en singular y femenino en plural. 

En la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres veces y la cuarta cuatro veces. 

En el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite. 

El vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número. 

El término corrección tiene dos letras dobles... 
Y este otro grupo: 

Las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden. 

Con 23 letras, se ha establecido que la palabra electroencefalografista
es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua. 
El término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv. 

Con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas. 

Mil
es el único número que no tiene ni o ni e. 

La palabra pedigüeñería tiene los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i. 

El vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa. 

La palabra euforia tiene las cinco vocales y sólo dos consonantes...

12 septiembre 2011

FELISBERTO HERNANDEZ

MUEBLES “EL CANARIO”

La propaganda de estos muebles me tomó desprevenido. Yo había ido a pasar un mes de vacaciones a un lugar cercano y no había querido enterarme de lo que ocurriera en la ciudad. Cuando llegué de vuelta hacía mucho calor y esa misma noche fui a una playa. Volvía a mi pieza más bien temprano y un poco malhumorado por lo que me había ocurrido en el tranvía. Lo tomé en la playa y me tocó sentarme en un lugar que daba al pasillo. Como todavía hacia mucho calor, había puesto mi saco en las rodillas y traía los brazos al aire, pues mi camisa era de manga corta. Entre las personas que andaban por el pasillo hubo una que de pronto me dijo:

- Con su permiso, por favor...

Y yo respondí con rapidez:

- Es de usted.
Pero no sólo no comprendí lo que pasaba sino que me asusté. En ese instante ocurrieron muchas cosas. La primera fue que aun cuando ese señor no había terminado de pedirme permiso, y mientras yo le contestaba, él ya me frotaba el brazo desnudo con algo frío que no sé por qué creí que fuera saliva. Y cuando yo había terminado de decir "es de usted" ya sentí un pinchazo y vi una jeringa grande con letras. Al mismo tiempo una gorda que iba en otro asiento decía:

- Después a mí.

Yo debo haber hecho un movimiento brusco con el brazo porque el hombre de la jeringa dijo:

- ¡Ah!, lo voy a lastimar... quieto un...
Pronto sacó la jeringa en medio de la sonrisa de otros pasajeros que habían visto mi cara. Después empezó a frotar el brazo de la gorda y ella miraba operar muy complacida. A pesar de que la jeringa era grande, sólo echaba un pequeño chorro con un golpe de resorte. Entonces leí las letras amarillas que había a lo largo del tubo: Muebles "El Canario". Después me dio vergüenza preguntar de qué se trataba y decidí enterarme al otro día por los diarios. Pero apenas bajé del tranvía pensé: "No podrá ser un fortificante; tendrá que ser algo que deje consecuencias visibles si realmente se trata de una propaganda." Sin embargo, yo no sabía bien de qué se trataba; pero estaba muy cansado y me empeciné en no hacer caso. De cualquier manera estaba seguro de que no se permitiría dopar al público con ninguna droga. Antes de dormirme pensé que a lo mejor habrían querido producir algún estado físico de placer o bienestar. Todavía no había pasado al sueño cuando oí en mí el canto de un pajarito. No tenía la calidad de algo recordado ni del sonido que nos llega de afuera. Era anormal como una enfermedad nueva; pero también había un matiz irónico; como si la enfermedad se sintiera contenta y se hubiera puesto a cantar. Estas sensaciones pasaron rápidamente y en seguida apareció algo más concreto: oí sonar en mi cabeza una voz que decía:

- Hola, hola; transmite difusora "El Canario"... hola, hola, audición especial. Las personas sensibilizadas para estas transmisiones.... etc., etc.
Todo esto lo oía de pie, descalzo, al costado de la cama y sin animarme a encender la luz; había dado un salto y me había quedado duro en ese lugar; parecía imposible que aquello sonara dentro de mi cabeza. Me volví a tirar en la cama y por último me decidí a esperar. Ahora estaban pasando indicaciones a propósito de los pagos en cuotas de los muebles "El Canario". Y de pronto dijeron:

- Como primer número se transmitirá el tango...
Desesperado, me metí debajo de una cobija gruesa; entonces oí todo con más claridad, pues la cobija atenuaba los ruidos de la calle y yo sentía mejor lo que ocurría dentro de mi cabeza. En seguida me saqué la cobija y empecé a caminar por la habitación; esto me aliviaba un poco pero yo tenía como un secreto empecinamiento en oír y en quejarme de mi desgracia. Me acosté de nuevo y al agarrarme de los barrotes de la cama volví a oír el tango con más nitidez. Al rato me encontraba en la calle: buscaba otros ruidos que atenuaran el que sentía en la cabeza. Pensé comprar un diario, informarme de la dirección de la radio y preguntar qué habría que hacer para anular el efecto de la inyección. Pero vino un tranvía y lo tomé. A los pocos instantes el tranvía pasó por un lugar donde las vías se hallaban en mal estado y el gran ruido me alivió de otro tango que tocaban ahora; pero de pronto miré para dentro del tranvía y vi otro hombre con otra jeringa; le estaba dando inyecciones a unos niños que iban sentados en asientos transversales. Fui hasta allí y le pregunté qué había que hacer para anular el efecto de una inyección que me habían dado hacía una hora. Él me miró asombrado y dijo:

- ¿No le agrada la transmisión?

- Absolutamente.

- Espere unos momentos y empezará una novela en episodios.

- Horrible - le dije.

Él siguió con las inyecciones y sacudía la cabeza haciendo una sonrisa. Yo no oía más el tango. Ahora volvían a hablar de los muebles. Por fin el hombre de la inyección me dijo:

- Señor, en todos los diarios ha salido el aviso de las tabletas "El Canario". Si a usted no le gusta la transmisión se toma una de ellas y pronto.

- ¡Pero ahora todas las farmacias están cerradas y yo voy a volverme loco!

En ese instante oí anunciar:

- Y ahora transmitiremos una poesía titulada "Mi sillón querido" soneto compuesto especialmente para los muebles "El Canario".

Después el hombre de la inyección se acercó a mí para hablarme en secreto y me dijo:

- Yo voy a arreglar su asunto de otra manera. Le cobraré un peso porque le veo cara honrada. Si usted me descubre pierdo el empleo, pues a la compañía le conviene más que se vendan las tabletas.

Yo le apuré para que me dijera el secreto. Entonces él abrió la mano y dijo:

- Venga el peso.

Y después que se lo di agregó:

- Dese un baño de pies bien caliente.

RUBEN DARIO

LO FATAL
A René Pérez.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!

Vanguardias en América

Extraído  de  "Literatura del Siglo XX"
Jorge Albistur. Banda Oriental. 1986
El modernismo

Esta corriente se ubica entre 1885 y 1915. Podría considerársela una vanguardia y al mismo tiempo una corriente del siglo XX, como la expresión de la sensibilidad finisecular. El refinamiento y aristocratismo de su gusto en el período más típico no podrían explicarse sin tener en cuenta que la corriente refleja en buena parte ese atardecer lleno de oros que fue el fin de siglo europeo.
El movimiento se manifestó antes en el norte de la América española –Cuba, Colombia, México, Nicaragua – que en sur donde asumió fuerza triunfal a partir de la llegada a Buenos Aires de Rubén Darío, el orientador indiscutido del movimiento, aunque haya rechazado con firmeza esta condición. La corriente trajo consigo un papel de privilegio para el escritor americano: la importancia del periodismo permitía al escritor vivir de su vocación; el servicio diplomático solía ofrecerle buenas remuneraciones y largos ocios, además de la oportunidad de estar en Europa; el “museo imaginario” como diría Malraux, era en estas tierra tan rico como en las capitales del viejo mundo, porque podía leerse cualquier novedad; estos países tuvieron capacidad suficiente para soportar los denuestos al “burgués”, las poses de “dandy”, agresivas y exhibicionistas, y el exotismo.
Reclamado por muchas extravagancias – la mayoría fruto de haber dejado atrás la América lugareña – el modernismo fue algo mucho más serio de lo que las actitudes individuales pueden sugerir. En lo literario, el anarquismo estético de los poetas mayores, supuso una reacción contra el romanticismo. El poeta de la nueva época no cree ya en la palabra como instrumento para comunicar exclusivamente emociones: quiere que ella sea sonido y color, busca sus valores musicales y plásticos, en una tendencia emparentada con el “fusionismo europeo”. En Francia, precisamente, dos corrientes del Siglo XIX habían explorado estas virtualidades del lenguaje lírico, y de ellas se nutrió, en buena parte, el modernismo. Se trata del parnasianismo y el simbolismo.
“El Parnaso contemporáneo” fue el título de una antología de jóvenes poetas franceses aparecida en 1886. El elemento común era el rechazo de la poesía confesional. La negación del “yo” los condujo a una temática exótica: los mitos greco-latinos y de los países del Lejano Oriente, espejismo para poetas europeos ávidos de lo nuevo y curiosos de la legendaria antigüedad sino-japonesa.
El resultado fue una poesía inspirada en el horror de las “abobadas sensiblerías”, como escribiera Leconte de Lisle. Los parnasiano se bautizaron a sí mismo con estos términos: “formistas”, “estilistas”, “impasibles”. El verso como un valor en sí mismo – ya no por su contenido – fue la gran preocupación de esta corriente y el modernismo tomó de ella la prioritaria conciencia de la forma.
A lo mismo contribuyó la poesía de los simbolistas, aunque todo aquí se complica debido a una concepción del mundo que lo convierte en símbolo o reflejo de otra realidad, misteriosa y trascendente. Comoquiera que a ella sólo puede acceder mediante una sensación rica y compleja y dado que la sensación siempre traducible en la poesía es la auditiva, los simbolistas cultivaron sobre todo el valor fónico del verso. “La música ante todo”, aconseja Verlaine en su “Arte poética” (1884), pero se trata de una música asordinada y sugerente, lejos de cualquier estridencia o facilismo: estos poetas desconfían de la rima y aceptan que sólo importa “el matiz”. “Los bellos versos son aquellos que se exhalan como sonidos o perfumes” dice René Lalou.
La sobriedad y las delicadezas de una poesía que, deliberadamente renuncia a ser mera expresión de sentimiento: esto es lo que bebió el modernismo en sus fuentes europeas. Se suele entender que hasta 1895 – fecha de publicación de “Prosas profanas”, de Rubén Darío – se desenvuelve el premodernismo o la “primera generación modernista”. Los autores destacados son Martí, Gutiérrez Nájera, Asunción Silva, Julián del Casal.
Con “Prosas profanas” el modernismo alcanza su expresión más típica y definida, aunque no la más madura, poética ni humanamente hablando. El nicaragüense sólo ve tema americano en los tiempos precolombinos. Rechaza el país y el tiempo en que le tocó nacer y añora las cortes, especialmente Versalles. “Prosas profanas” refleja bien la tendencia modernista a concebir el mundo como un brillante espectáculo, en que todo es oro y sedas.
La madurez de Darío coincide con un tercer período modernista iniciado en 1905, con libros más destacables porque recogen una profundidad de alma y una sencillez de expresión, después de tanto refinamiento, tales como “Canto de vida y esperanza”, “El canto errante” y “Poema de otoño”.

La generación del ‘900

La llamada generación del 900 fue en el Uruguay, la más cumplida y cabal manifestación modernista. El exotismo caló muy hondo también en estas costas, de modo que Julio Herrera y Reissig se sintió encerrado en las “Tolderías de Tontovideo”. El dispuso que, a la Torre de los Panoramas, estuviese “prohibida la entrada a la los uruguayos”, y allí pontificada sobre poesía francesa mientras, a pocas cuadras, el otro Papa el momento, Horacio en su primera época se hacía oír en el Consistorio del Gay Saber. Claro que toda esta gesticulación de independencia, inadaptación y extranjería, no impidió a Julio Herrera realizar su labor de auténtico poeta, ni a Quiroga encontrar al fin su verdadero rumbo, en la narrativa. Pero conviene saber que Uruguay conoció el dandysmo de Roberto de las Carreras – que se proclamaba hijo natural y marido engañado, partidario del amor libre – y conoció también las voluptuosidades del decadentismo – es decir, la neurosis de los vencidos por el mal de fin de siglo – a través de algunos escritos de Carlos Reyles y el propio Quiroga.
Fue también el 900 la época de las poetisas, Delmira Agustini y María Eugenia Vaz Ferreira, y de la elegante prosa de Rodó que castigó la frase en nombre de “la gesta de la forma”, hasta alcanzar un estilo levantado y solemne, hecho de extensos períodos y estudiadas pausas, de marcha serena e isócrona, como conviene a una ideal traslación del modernismo a la prosa.
Para mayor riqueza y enturbiamiento de sus líneas más puras, la generación del 900 tuvo, en fin, sus narradores atentos a la realidad rural – un Viana, un Reyles cuando abandonó sus extravíos juveniles – y un dramaturgo que supo ver a los suburbios, las clases medias y la infautada aristocracia de la vida urbana rioplatense: ese Florencio Sánchez que tampoco fue insensible a los dramas campesinos. Y el 900 ofreció, todavía, la obra de nuestro filósofo mejor conocido a nivel continental: Carlos Vaz Ferreira.

Juana de Ibarbourou

LA HORA

TÓMAME ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora, que tengo la carne olorosa,
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera

Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.

Después...¡oh, yo sé
que nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?

Delmira Agustini

                            EXPLOSIÓN
¡Si la vida es amor, bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
Que no valen mil años de la idea
Lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
rotas las alas mi melancolía;
Como una vieja mancha de dolor

En la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

Julio Herrera y Reissig

Amor sádico
Julio Herrera y Reissig
Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsión nos unió un instante...

Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.

Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,

huraño, atroz, inexorable, hirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!

11 agosto 2011

Situación de enunciación y organización intersubjetiva del enunciado.

Situación  de enunciación  y organización intersubjetiva del enunciado. 
Tomado y adaptado de: MARTÍNEZ, María Cristina.  Análisis del discurso y práctica pedagógica.  Buenos Aires: Grupo Editor Altamira.  2001

ENUNCIADOR
LO REFERIDO
ENUNCIATARIO

QUIÉN
¿Qué voz o voces enuncian?
Polifonía (voces)
*Propia /ajena
*Directas
 *Indirectas
 Imagen del Yomediante:
  • El texto y sus formas de organización
  • Punto de vista
  • Intención comunicativa

Rol asumido
Tipo de relación:
 *simétrica
 *asimétrica.

Intención o propósito: enseñar, convencer, informar, incitar a hacer, persuadir, seducir.

Punto de vista:
Autoridad, respeto, acuerdo, crítica, engrandecimiento, desacuerdo, compromiso, confrontación, asimilación a otro, distanciamiento. 

QUÉ
¿Cómo aparece el texto?
¿Qué afirma el autor?
¿De qué habla?
¿Qué es lo dicho?

Imagen de ÉL /Qué

•1.    Modos de organización:
    *Narrativa
    *Descriptiva
    *Expositiva
     *Argumentativa

•2.    Género discursivo:
     *Epistolar        
     *Literario
     *Científico            
     * Coloquial
     *Periodístico   
     *Técnico
     *Filosófico 
     *Religioso
     *Político       
     *Publicitario
     *Jurídico        
     *Amoroso
    *Académico   
    *Pedagógico
 3. Relaciones de fuerza: tonalidades.


A QUIÉN
¿Para qué voz o voces se enuncia?





Imagen del TÚ
El propósito

¿Qué respuesta se espera? 
Rol asignado
Aliado
Testigo
Oponente
Intruso
Otros...






































































Relaciones: 

Anafóricas:
Ocurren cuando en el interior del texto se establece una referencia retrospectiva, es decir, cuando un término alude a otro ya mencionado con anterioridad (como sucede en el ejemplo anterior). Veamos otro ejemplo:
"Entre los caracteres físicos que contribuyen más a hacer que una persona resulte atrayente (o repulsiva) hay algunos que son incontrolables a causa de su predeterminación..."
Algunos establecen una referencia anafórica con caracteres físicos.
Catafóricas:
Se presentan cuando en el interior de un texto se establece una referencia prospectiva, es decir, cuando el sentido de un término depende de otro que aparece posteriormente. Como la referencia catafórica anuncia algo, con frecuencia aparece seguida de dos puntos ( : ) - con expresiones como por ejemplo, tales como, etc.-Ejemplos:
"Todos los empleados les solicitaron un aumento de salario; pero las directivas se opusieron rotundamente".
"Mis palabras son como las estrellas: nada ocultan".
Les establece una referencia catafórica con las directivas. En el segundo ejemplo, el sentido de la comparación (palabras = estrellas) se explica de manera prospectiva: porque nada ocultan.