27 noviembre 2013

Cuestiones de la lengua...

¿Por qué cocodrilo y no cocreta?

Por Pedro Álvarez de Miranda
Cierto interlocutor se me mostraba hace poco extrañado, y hasta escandalizado, por el hecho de que el diccionario de la Academia recoja las formas almóndiga y almondiguilla, remitiendo para ellas, en las definiciones, a albóndiga y albondiguilla, respectivamente. Las explicaciones parcialmente justificativas que le ofrecí —almóndiga y almondiguilla son variantes históricas bien documentadas de las formas etimológicas con -b-, y harto conocido el trueque de esa consonante bilabial por la también bilabial m— no parecieron convencerle, ni siquiera aunque le recordara el caso devagabundo y vagamundo (con mutación fonética apoyada además en la etimología popular) y añadiera, para su tranquilidad, que el Diccionario panhispánico de dudas de la misma institución desaconseja expresamente el empleo de almóndiga por ser propio «del habla popular de algunas zonas».
«Ya solo falta», se lamentaba mi amigo, sin salir del terreno culinario, «que la Academia recoja cocreta». Reprimí las ganas de decirle que, sin pretender yo en absoluto que semejante cosa ocurra, un diccionario históricamente descriptivo debería sin la menor vacilación hacerse eco también de la existencia de esa variante del nombre del delicioso bocado, variante hoy considerada tan irremediablemente vulgar.
Produce un cierto regocijo que las mismas personas que descargan toda su santa ira contra cocreta estén siendo «víctimas» inconscientes de una idéntica confusión cuando utilizan la palabra cocodrilo. Pues cocodrilo, en efecto, era en latín crocodilus, y esa -r- sigue en su sitio tanto en francés (crocodile) como en inglés (crocodile; se escribe igual que en francés, pero naturalmente se pronuncia de otro modo), mientras que en italiano (coccodrillo), como en español, ha saltado dos sílabas hacia delante. La tendencia a dar ese salto, llamado metátesis, existió, en realidad, ya en el latín mismo, cocodril(l)us, y también en francés e inglés se documentan formas con -r- en la tercera sílaba. A la inversa, hay ejemplos españoles e italianos antiguos de crocodilocrocodillo. Lo que la norma culta pudo en las lenguas de Molière o Shakespeare —o en la de Camões, por cierto— no lo consiguió en las de Dante o Cervantes. Qué se le va a hacer. No tiene mayor importancia.
Lo que quiero decir es que mostrar casos como este ayuda a relativizar las cosas; o, dicho de otro modo, que iluminar los problemas desde la historia de la lengua debería llevar a la convicción de que no merece la pena rasgarse las vestiduras por casi nada.
Ya que estamos con croqueta, digamos algo de la historia de este galicismo (francés croquette). El primer texto en que documentamos la palabra es una carta de Moratín escrita en París el 24 de mayo de 1819: «Unas veces callando y hablando otras, y siempre engullendo ricas croquetas, pureas, fricandoes y ragúes». En un poema de don Leandro escrito por las mismas fechas leemos: «Perdices y tocino, / croquetas y pichón, / ternera, pavo y vino / será mi colación». Y de nuevo en una carta, dos años posterior y remitida esta vez desde Barcelona: «Hoy como en villa, y me han prometido croquetas».
En 1869 la palabra entró en el diccionario académico, al que se había adelantado, recogiéndola, el de Domínguez (1846). Pero lo verdaderamente interesante para nuestro propósito es que resulta fácil documentar la forma con metátesis, «cocreta», en numerosos textos impresos del siglo xix (menos ya en el xx, salvo por broma o con deliberada intención de reflejar un modo de hablar). Cierto que en el Diario de Avisos de Madrid correspondiente a diversas fechas de 1830 y 1831 se anuncia que en «la hostería nueva de la Aurora, calle de Toledo» se despacha «frito de croquetas» a dos reales y medio. Pero antes, el 8 de diciembre de 1827, el mismo periódico había anunciado que «en la acreditada bollería de Herman y compañía», en la calle de Tudescos, podían comprarse «cocretas de varias clases». En libros de cocina decimonónicos, como el Nuevo arte de cocina, el más completo que ha visto la luz pública (1864), La gran economía de las familias. Arte de arreglar y componer lo sobrante de las comidas de un día para otro (1869) o El libro de las familias. Novísimo manual práctico de cocina española, francesa y americana (varias ediciones) se enseña a hacer «cocretas», aunque en el último de los citados alternan esa forma y la correcta, «croquetas». El traductor de las Memorias de Víctor Hugo, por un testigo de su vida (1863), Nemesio Fernández Cuesta (lexicógrafo, por más señas, autor de diccionarios bilingües hispano-franceses), no tiene empacho en escribir «cocretas» —¿o será lapsus del editor?— donde el texto francés decía «croquette». («Agotaba la imaginación de su cocinero, haciéndole inventar nuevos guisos de patata. Estas tomaban mil formas, y cada plato era una sorpresa. Se servía una chuleta, era de patatas; un pescado, era de patatas; cocretas, siempre de patatas». Texto francés: «Il épuisait l’imagination de son cuisinier à inventer aux parmentières des assaisonnements et des aspects variés. La parmentière prenait toutes les formes, et chaque plat était une surprise. On vous servait une côtelette: c’étaient des pommes de terre; un poisson: c’étaient des pommes de terre; une croquette de riz: toujours des pommes de terre»).
Hubo, en suma, una relativa pugna, o si se quiere un conato de contienda, entre croqueta y cocreta, que se saldó con el triunfo de la primera. La presión del habla educada hizo su trabajo. Pero téngase en cuenta, al menos como posibilidad teórica, que podría haber triunfado la segunda, del mismo modo que la forma más culta crocodilo no pudo con cocodrilo, o así como crebar (latín crepare) sucumbió ante quebrar.
En una comedia de los Quintero, La musa loca (1905), un personaje comenta que «un ministro que ya es académico de la lengua dice a por y dice riyéndose». A continuación de lo cual se establece el siguiente diálogo:
Cabra: Pues un gobernador de provincia, protector mío, que en paz descanse, a las cocretas las llamaba croquetas.
D. Abel: Y las llamaba bien.
Cabra: ¿Bien? ¿Pero no son cocretas?
D. Abel: No señor.
Cabra: Pues es un error en que llevo cincuenta años.
Urrutia: Y..., y mi portera con usted
Pobre hombre. ¿Le consolaría saber que en otros, como el de cocodrilo o el de quebrar, llevamos todos varios siglos?

¿Todo es cuestión de escritura?

Para reflexionar

http://cvc.cervantes.es/actcult/morderse_lengua/cronica.htm

06 octubre 2013

Se venden casas, Se buscan actores frente a Se busca a los culpables

  La palabra se sirve para formar dos tipos de oraciones, que no deben confundirse aunque tengan en común el hecho de no mencionar quién realiza la acción verbal:
  a) ORACIONES DE PASIVA REFLEJA. En estas oraciones, la forma se precede a un verbo en tercera persona del singular o del plural, según sea singular o plural el elemento nominal que aparece junto al verbo y que es su sujeto gramatical. Por tratarse de una forma de pasiva, esta construcción solo se da con verbos transitivos: Se vende casa de campo / Se venden casas de campo. Normalmente el sujeto de estas oraciones denota cosa, pero puede denotar también persona indeterminada: Se buscan actores para la película.
  b) ORACIONES IMPERSONALES. Se llaman así por carecer de sujeto gramatical y en ellas la forma se precede siempre a un verbo en tercera persona del singular. Esta construcción puede darse con verbos intransitivos (Se trabaja mejor en equipo), con verbos copulativos (Se está mejor solo que mal acompañado) o con verbos transitivos cuando llevan un complemento directo de persona precedido de la preposición a (Se busca a los culpables del crimen).
  La confusión entre las oraciones de pasiva refleja (con el verbo en tercera persona del singular o del plural, concertando con el sujeto paciente) y las oraciones impersonales (carentes de sujeto y con el verbo inmovilizado en tercera persona del singular) únicamente puede darse con verbos transitivos, pues son los únicos que pueden generar ambos tipos de oraciones: Se buscan casas con jardín(pasiva refleja) / Se busca a los culpables (impersonal).
  En caso de duda sobre cuándo utilizar una u otra construcción pueden resultar útiles las indicaciones siguientes:
  • Si el elemento nominal sobre el que recae la acción verbal expresa cosa, debe emplearse la construcción de pasiva refleja; por tanto, el verbo ha de ir en plural si dicho elemento nominal es plural:
  Se hacen fotocopias.
  Se produjeron irregularidades.
  Se reanudarán los trabajos de rehabilitación.
  • Si el elemento nominal expresa persona y no va precedido de la preposición a, se emplea también la construcción de pasiva refleja:
  Se buscan actores para la película.
  Se contratarán nuevos trabajadores para el proyecto.
  Se necesitan especialistas en informática
.
  • Si el elemento nominal expresa persona y va precedido de la preposición a, debe emplearse la construcción impersonal; por tanto, el verbo irá en singular aunque el elemento nominal sea plural:
  Entre los gitanos se respeta mucho a los ancianos.
  Se entrevistó a los candidatos para el puesto.
  Se busca a quienes presenciaron lo ocurrido.
  [Más información en el Diccionario panhispánico de dudas, s/v se2].

12 agosto 2013

Porqué / porque / por qué / por que

  Es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente precedido de artículo u otro determinante:
  No comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu actitud].
  Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
  Como otros sustantivos, tiene plural:
  Hay que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
  b) por qué
  Se trata de la secuencia formada por la preposición por y el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se escribe con tilde diacrítica para distinguirla del relativo y de la conjunción que)Introduce oraciones interrogativas y exclamativas directas e indirectas:
  ¿Por qué no viniste ayer a la fiesta?
  No comprendo por qué te pones así.

  ¡Por qué calles más bonitas pasamos!
  Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón, causa o motivo.
  c) porque
  Se trata de una conjunción átona, razón por la que se escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores:
  • Como conjunción causal, para introducir oraciones subordinadas que expresan causa, caso en que puede sustituirse por locuciones de valor asimismo causal como puesto que o ya que:
  No fui a la fiesta porque no tenía ganas [= ya que no tenía ganas].
  La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
  También se emplea como encabezamiento de las respuestas a las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
  —¿Por qué no viniste? —Porque no tenía ganas.
  Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en dos palabras.
  • Como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que:
  Hice cuanto pude porque no terminara así [= para que no terminara así].
  En este caso, se admite también la grafía en dos palabras (pero se prefiere la escritura en una sola):
  Hice cuanto pude por que no terminara así.
  d) por que
  Puede tratarse de una de las siguientes secuencias:
  • La preposición por + el pronombre relativo que. En este caso es más corriente usar el relativo con artículo antepuesto (el que, la que, etc.):
  Este es el motivo por (el) que te llamé.
  Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
  No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
  • La preposición por + la conjunción subordinante que. Esta secuencia aparece en el caso de verbos, sustantivos o adjetivos que rigen un complemento introducido por la preposición por y llevan además una oración subordinada introducida por la conjunción que:
  Al final optaron por que no se presentase.
  Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
  Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.
[Véase el Diccionario panhispánico de dudas, s/v porque y porqué].

Tilde en qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde

  ¿Qué ha dicho?
  ¡Con qué seriedad trabaja!
  ¿Con cuál se queda usted?
  ¿De quién es esto?
  ¡Cómo ha crecido este niño!
  ¡Cuán bello es este paisaje!
  ¿Cuántos han venido?
  ¿Hasta cuándo os quedáis?
  ¿Adónde quieres ir?
  También introducen oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados:
  Ya verás qué bien lo pasamos.
  Le explicó cuáles eran sus razones.
  No sé quién va a venir.
  No te imaginas cómo ha cambiado todo.
  La nota indica cuándo tienen que volver.
  Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
  Además, pueden funcionar como sustantivos:
  En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
  Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
  Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:
  El jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
  Esta es la razón por la cual no pienso participar.
  Ha visto a quien tú sabes.
  Cuando llegue ella, empezamos.
  ¿Estás buscando un lugar donde dormir?
  No dijo que estuviese en paro.
  ¡Que aproveche!
  Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso, son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se da cuando los relativos introducen subordinadas relativas sin antecedente expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter inespecífico (una persona, alguien, algo, algún lugar, nadie, nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente depende de verbos como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar, etc., que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación tónica, como sin ella, representando la pronunciación átona.
  El problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
  Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
  Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
  No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.

http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000018.nsf/(voAnexos)/arch8100821B76809110C12571B80038BA4A/$File/CuestionesparaelFAQdeconsultas.htm#ap26

Palabras clave o palabras claves, copias pirata o copias piratas

  Es decir, tanto palabras clave o copias pirata como palabras claves o copias piratas son expresiones posibles y correctas. En el primer caso, clave y pirata están funcionando como sustantivos en aposición y no adoptan la marca de plural. En el segundo, están funcionando como adjetivos plenos (con el sentido de ‘fundamental’, en el caso de clave, y de ‘ilegal o no autorizado’, en el caso de pirata), de ahí que adopten la marca de plural en consonancia con el sustantivo plural al que modifican.

Dobles participios: imprimido/impreso, freído/frito, proveído/provisto

  Hemos imprimido veinte ejemplares / Habían impreso las copias en papel fotográfico.
  Nos hemos proveído de todo lo necesario / Se había provisto de víveres abundantes.
  Las empanadillas han de ser freídas dos horas antes / Nunca había frito un huevo.
  No debe asimilarse el caso de estos participios verbales irregulares con el del nutrido grupo de adjetivos procedentes de participios latinos, como abstracto (del latín abstractus, participio de abstrahere), atento (del lat. attentus, part. de attendere), confuso (del lat.confusus, part. de confundere), correcto (del lat. correctus, part. de corrigere), contracto (del lat. contractus, part. de contrahere),tinto (del lat. tinctus, part. de tingere), etc. Algunas de estas formas pueden haber funcionado como participios verbales en épocas pasadas del idioma, pero hoy funcionan solamente como adjetivos y, por lo tanto, no se usan en la formación de los tiempos compuestos ni de la voz pasiva de los verbos correspondientes (no se dice *Han contracto matrimonio o *Son correctos por el profesor, sino Han contraído matrimonio o Son corregidos por el profesor). Por lo tanto, la consideración de estos verbos como «verbos con doble participio» carece de justificación gramatical.

¿Habemos?

  USOS INCORRECTOS:
  • En la lengua culta actual, la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo haber es hemos, y no la arcaicahabemos, cuyo uso en la formación de los tiempos compuestos de la conjugación es hoy un vulgarismo propio del habla popular que debe evitarse en el habla culta; así, no debe decirse: Habemos visto a tu hermano, sino Hemos visto a tu hermano.
  • También debe evitarse en el habla culta el uso de habemos con el sentido de ‘somos o estamos’, puesto que el verbo haber, cuando se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, es impersonal y, como tal, se usa solo en tercera persona del singular: Hay pocos solteros en el pueblo; Había tres personas en la habitación. Por lo tanto, si quien habla desea incluirse en la referencia, no debe emplear el verbo haber en primera persona del plural, como se hace a veces en el habla popular, recurriendo, para el presente de indicativo, a la forma habemos: Habemos pocos solteros en el pueblo, Habemos tres personas en la habitación; debe decirse Somos pocos solteros en el pueblo, Estamos tres personas en la habitación.
  [Más información en el Diccionario panhispánico de dudas, s/v haber4]
  USO CORRECTO:

27 julio 2013

Combinaciones "sc", "xc" y "sc"


Uso de la X y combinaciones xc, cc y sc

Regla 1

Para representar el sonido “es” o “gs” antes de vocal o h, cuando las palabras empiezan por ex, exa, exi, exu. 

Exagerar
Exigir
Existir
Exudar 

Regla  2

Antes de las sílabas pla, pli, plo, pri, pro y antes de las letras c, p, t.

Explicar
Explorar
Excavar
Experto
Extorsión 

Regla  3

En las palabras con las prefijos extra o ex que significan fuera de 

Extralimitado
Extraterrestre
Extraordinario
Exánime
Exaudible
Excavar
 
Regla  4

En la partícula ex separada y antes de los nombres de dignidades, cargos o características para indicar que ya no se tienen.
Ex presidente
Ex canciller
Ex ministra 

Regla 5

Hay una cierta cantidad de palabras que se escriben con ‹sc›. No hay normas que reglamenten su uso, es conveniente conocerlas.
ascenso ascética  absceso  escéptico
consciente  condescendiente  descender fascículo
escena  efervescente fascinante miscelánea
discípulo imprescindible incandescente suscitar
obsceno oscilación susceptible omnisciente
trascendental víscera ascendente  

Regla 6

Se escriben con las palabras derivadas que provienen de alguna que en su escritura original contenía la combinación ‹ct›

Ejemplo:
actuar - acción
colector - colección
Excepción:
flectar - flexión / conectar - conexión
En castellano hay pocas palabras terminadas en -xión:  conexión, flexión, genuflexión, complexión, reflexión, anexión, crucifixión, inflexión.

Fuente: www.educarchile.cl/medios/1392005175254.rtf

Uso de la c, s y z

Reglas de la "c"

Se escribe con "c" las palabras que terminan en cia, cie, cio, ción, cción.
Ej.: Lucía, corrección, perfección, tercio, penalización.

Se escribe "c" en las combinaciones sc y xc.
Ej.: trescientos, piscina, excepto, excélsior, disciplina, excelente.

Se escribe con "s" las palabras con terminación oso, osa, ista.
Ej.: goloso, despista, babosa. 

Se escriben con s los diminutivos sita y sito
Ej.: mesita, pesito, masita.

Se escriben con z las palabras con terminación anza, eza, azo, zuelo, zuela.
Ej.: Carranza, rareza, tipazo, jovenzuelo, cazuela

Se escribe "z" al final de palabra cuando hace su plural en "-ces".
Ej.: Nuez (nueces), pez (peces), veloz (veloces).

Hay que recordar que toda regla tiene excepciones y que la lectura es la mejor herramienta para su comprensión.
En muchas zonas donde se utiliza el castellano, sobre todo en Andalucía, Canarias y América, se produce el seseo. Al pronunciar "z" y "c" como "s" pueden surgir dudas ortográficas. Esas dudas son más frecuentes cuando se trata de palabras que se distinguen sólo por dichas letras.

Palabras en las que la "c" y la "s" distinguen significados
bracero: jornalero, peón.
brasero: recipiente en el que se hace fuego para calentarse.
cebo: comida para animales; engaño para atraer.
sebo: grasa sólida de los animales.
cegar: dejar ciego; deslumbrar; tapar.
segar: cortar la hierba o las mieses.
cenador: espacio en los jardines, cercado y rodeado de plantas.
senador: persona que pertenece al senado.
cerrar: asegurar una puerta con la cerradura; tapar.
serrar: cortar con la sierra.
cesión: renuncia, traspaso, entrega.
sesión: reunión.
ciervo: animal rumiante.
siervo: servidor, esclavo.
cima: la parte más alta de una montaña.
sima: cavidad muy profunda en la tierra.
cocer: someter algo a la acción de cualquier líquido caliente.
coser: unir con hilo.
vocear: dar voces.
vosear: usar "vos" en lugar de "tú".

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Palabras en las que la "z" y la "s" distinguen significados
abrazar: dar abrazos.
abrasar: quemar.
azar: casualidad, suerte.
asar: cocinar un alimento al fuego.
bazar: tienda, establecimiento.
basar: asentar sobre una base.
caza: acción de cazar.
casa: vivienda, domicilio.
cazo: recipiente usado en la cocina.
caso: suceso, acontecimiento.
maza: herramienta para golpear.
masa: mezcla; conjunto, multitud.
pozo: hoyo en la tierra.
poso: sedimento que dejan los líquidos en los recipientes.
zumo: líquido que se saca de las frutas o plantas.
sumo: superior a todos, supremo; deporte de lucha.
taza: recipiente pequeño con asa para líquidos.
tasa: acción de poner precio a algo.
zeta: la última letra.
seta: planta del bosque sin clorofila.


"No te comas las comillas"



Las comillas son bohemias, como las 
comas, y a veces aterrizan donde les 
apetece, pero en realidad están 
sometidas a unas reglas que ustedes, 
que son muy libres, pueden ignorar si les 
da la gana. Ahora bien, si las ignoran 
corren el riesgo de convertir lo escrito en 
algo pesado o de difícil lectura.

comillas. 1. Signo ortográfico doble del cual se usan diferentes tipos en español: las comillas angulares, también llamadas latinas o españolas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Las comillas inglesas y las simples se escriben en la parte alta del renglón, mientras que las angulares se escriben centradas. En los textos impresos, se recomienda utilizar en primera instancia las comillas angulares, reservando los otros tipos para cuando deban entrecomillarse partes de un texto ya entrecomillado. En este caso, las comillas simples se emplearán en último lugar: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”». Las comillas se escriben pegadas a la primera y la última palabra del período que enmarcan, y separadas por un espacio de las palabras o signos que las preceden o las siguen; pero si lo que sigue a las comillas de cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos.

2. Usos
a) Para enmarcar la reproducción de citas textuales. Si el texto que se reproduce consta de varios párrafos, antes era costumbre colocar comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:
«En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].
»Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio».
Hoy, lo normal es reproducir la cita con sangrado respecto del resto del texto y generalmente en un cuerpo menor. En ese caso, ya no son necesarias las comillas:
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:
En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].
Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio.
Cuando se intercala un comentario del transcriptor de la cita, este debe enmarcarse entre rayas ( raya2.5), sin necesidad de cerrar las comillas para volverlas a abrir después del inciso: «Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los controles sanitarios en las fronteras».
También se encierran entre comillas las palabras textuales que se reproducen dentro de un enunciado en estilo indirecto: «Desde Medicus Mundi reconocieron ayer sentir “impotencia y congoja” por este asesinato y exigieron “un compromiso de las autoridades para el esclarecimiento de estos graves hechos”» (País@[Esp.] 12.6.00). La inclusión, a través de las comillas, de un texto literal dentro de un enunciado en estilo indirecto es aceptable siempre y cuando no se incumpla alguna de las condiciones impuestas por el estilo indirecto, como, por ejemplo, la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados pronombres o adverbios. No sería aceptable, por tanto, un enunciado como el siguiente: Mi madre nos recomendó que «no salgáis a la calle sin abrigo».
b) Para encerrar, en las obras literarias de carácter narrativo, los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes: «“¡Hasta en latín sabía maldecir el pillastre!”, pensó el padre» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]). Cuando los pensamientos del personaje ocupan varios párrafos, se colocan comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):
«“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero!
”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba... sentía escalofríos» (ClarínRegenta [Esp. 1884-85]).
c) Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial: Dijo que la comida llevaba muchas «especies»; En el salón han puesto una «boiserie» que les ha costado un dineral; Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios». En textos impresos en letra redonda es más frecuente y recomendable reproducir los extranjerismos crudos en letra cursiva que escribirlos entrecomillados.
d) Cuando en un texto manuscrito se comenta un término desde el punto de vista lingüístico, este se escribe entrecomillado: La palabra «cándido» es esdrújula. En los textos impresos, en lugar de usar las comillas, se escribe el término en un tipo de letra diferente al de la frase en que va inserto (en cursiva si el texto normal va en redonda, o en redonda si el texto normal va en cursiva).
e) En obras de carácter lingüístico, las comillas simples se utilizan para enmarcar los significados: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.
f) Se usan las comillas para citar el título de un artículo, un poema, un capítulo de un libro, un reportaje o, en general, cualquier parte dependiente dentro de una publicación; los títulos de los libros, por el contrario, se escriben en cursiva cuando aparecen en textos impresos en letra redonda (o viceversa, en redonda si el texto normal va en cursiva): Ha publicado un interesante artículo titulado «El léxico de hoy» en el libro El lenguaje en los medios de comunicación, libro en el que han participado varios autores.

3. Combinación con otros signos
a) Los signos de puntuación correspondientes al período en el que va inserto el texto entre comillas se colocan siempre después de las comillas de cierre:
Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.
¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?
b) El texto que va dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas:
Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».
«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.
De esta regla debe excluirse el punto, que se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupe la parte final de un enunciado o de un texto ( c).
c) Cuando lo que va entrecomillado constituye el final de un enunciado o de un texto, debe colocarse punto detrás de las comillas de cierre, incluso si delante de las comillas va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:
«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.
«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.
«Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.
En el caso de que deba colocarse una llamada de nota que afecte a todo el texto entrecomillado, esta debe colocarse entre las comillas de cierre y el punto:
Rafael Lapesa señalaba que «es muy discutido el posible influjo de las lenguas indígenas en la pronunciación del español de América»1.
1 Historia de la lengua española, p. 545.
Si la nota solo hace referencia a la última palabra del texto entrecomillado, la llamada debe colocarse delante de las comillas de cierre:
Rodolfo Lenz llegó a afirmar que el habla vulgar de Chile era «principalmente español con sonidos araucanos1».

1 El araucano o mapuche es la lengua que hablaban los naturales de la antigua región de Arauco, en la zona central de Chile.


Material consultado: Diccionario panhispánico de dudas ©2005



E

Algunas curiosidades de concluir

¿"Concluir" o "concluir en"?

El verbo “concluir” puede ser empleado para comunicar diferentes ideas. En su uso más frecuente, la Real Academia Española (RAE) designa el significado: “Acabar o finalizar algo”. Por ejemplo:

  • “El juez concluyó el partido”. 
En este caso no se presentan dificultades, sin embargo, es muy extendido el uso de ese verbo en alusión a“inferir, deducir una verdad de otras que se admiten, demuestran o presuponen” (significado también consignado por la RAE), por ejemplo:
  • “Juan concluyó en que no tenía oportunidades”.
     Justamente, en estos casos es imprescindible el uso de la preposición “en”.

    Es incorrecta la formulación:
  • * “Juan concluyó que no tenía oportunidades”.

    La omisión de la preposición implica un error sintáctico con consecuencias semánticas, ya que no estamos comunicando la misma idea cuando utilizamos únicamente el verbo que en los casos en que lo acompañamos de la preposición. Así, el significado de “concluir”, “terminar algo”, es diferente a “concluir en que”, “llegar a la conclusión de que”.

Observaciones sintácticas

Los ejemplos anteriores nos servirán para apreciar diferencias entre construcciones en que se utilizó únicamente el verbo y formulaciones en las que fue acompañado de una preposición.

En el primer ejemplo el verbo “concluir” es transitivo, ya que, sintácticamente, puede ser acompañado por un objeto directo adyacente, tal como se aprecia en el siguiente análisis:

  • El juez concluyó  el partido.
    sujeto    verbo     objeto directo (puede sustituirse por el pronombre “lo”)
En el segundo ejemplo el verbo no es transitivo, no acepta objeto directo, sino un adyacente preposicional en este caso encabezado por “en”.

  • Juan      concluyó    en que no tenía oportunidades
      sujeto    verbo       objeto  preposicional
                                 (este sintagma, a su vez se divide en
                                 preposición (en)  y término (no tenía oportunidades).           
En definitiva, los redactores debemos cuidar el correcto empleo de la preposición, a fin de evitar errores similares a los conocidos como “queísmo” o “dequeísmo”. No es lo mismo "concluir" (algo) que "concluir en" (una idea o reflexión).

http://redactarmejor.blogspot.com/2013/07/concluir-o-concluir-en.html

12 julio 2013

Para pensar ...

Gianni Rodari en su simpática "Gramática de la fantasía": 
«El encuentro decisivo entre los chicos y los libros se produce en los pupitres del colegio. Si se produce en una situación creativa, donde cuenta la vida y no el ejercicio, podrá surgir ese gusto por la lectura con el cual no se nace, porque no es un instinto. Si se produce en una situación burocrática, si al libro se lo maltrata como instrumento de ejercitaciones (copias, resúmenes, análisis gramatical, etc.), sofocado por el mecanismo tradicional "examen-juicio", podrá nacer la técnica de la lectura, pero no el gusto. Los chicos sabrán leer, pero leerán sólo si se les obliga. Y, fuera de la obligación, se refugiarán en las historietas —aun cuando sean capaces de lecturas más complejas y más ricas—, tal vez sólo porque las historietas se han salvado de la "contaminación" de la escuela».

10 julio 2013

La coma

La coma (,) es un signo de puntuación que, tal vez por diminuto, frecuentemente sufre el desaire del redactor. Este pequeño signo "en venganza" deja en evidencia a quien escribe en forma poco profesional.



A la hora de revisar textos originales para edición es muy sencillo percibir la idoneidad de quien escribió. Simplemente con ver oraciones como las siguientes sabremos que el texto requiere de una revisión profunda:

·                     El presidente del club, dijo que los jugadores debían ganar.
·                     La ministra, aseguró que comenzarán las clases.

En ambos ejemplos hay comas mal utilizadas, lo que demuestra falta de cuidado en la redacción o desconocimiento por parte de quien elaboró las oraciones.

La confusión repetida de que la coma se corresponde exactamente con las pausas en la oralidad fue el origen del equívoco en ambos casos. El código escrito no se corresponde exactamente con el oral, por lo tanto hay condiciones sintácticas que debemos cuidar y no siempre las comas indican pausas.

Es importante considerar las siguientes recomendaciones:
·                     La coma se ubica pegada a la palabra que la antecede;
·                     nunca debe ser ubicada entre sujeto y verbo;
·                     hay pausas en la entonación que no ameritan su uso;
·                     en ocasiones su uso es requerido para la correcta interpretación del texto.

Diferentes usos correctos de la coma

A) Inciso:
Las comas que presentan un inciso aclaratorio son dos: una se ubica antes y otra después de la aclaración.

Ejemplos: 
·                     El ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, informó en conferencia.(En este caso tenemos un nombre propio en aposición del cargo).
·                       La casa, que había sido pintada por sus habitantes, sería habitada.        (En este caso tenemos una oración subordinada en inciso)                                                                                                            
·                     Los perros, limpios, eran entregados a sus dueños en el parque. (En este caso tenemos un adjetivo explicativo en aposición. Véase que se refiere a algunos perros (los limpios) y no a todos, ya que en ese caso no tendríamos inciso.
·                     El debate, presentaciones incluidas, no generó interés en los jóvenes. (Aquí hay una expresión que agrega información pero sintácticamente es independiente).
En la mayoría de los casos, los incisos pueden ser ubicados en diferentes lugares de la oración. También pueden ser eliminados sin afectar la estructura sintáctica.

B) Uso en enumeraciones
La coma separa los elementos sintácticamente equivalentes (ya vimos que cuando presentan mayor complejidad el punto y coma los separa).

Ejemplo:
·                     Los niños usaron lápices de color azul, rojo, verde y amarillo.
Las comas se ubican entre los elementos de la enumeración hasta llegar al antepenúltimo; entre el último y el penúltimo se utiliza un nexo coordinante (y, o, ni)

También es común el uso de la coma entre oraciones yuxtapuestas:
·                     Los alumnos estudiaron, rindieron examen, aprobaron y salieron de vacaciones.

C) Separación de oraciones subordinadas dentro del enunciado
Las oraciones subordinadas con significado causal, temporal, de consecuencia y concesivo son separadas del resto mediante el uso de la coma, veamos ejemplos:
·                     El Consejo de Ministros fue suspendido, porque los informes no llegarán hasta mañana. 
·                     La manifestación culminó en la mañana, cuando llegaron los salarios.
·                     Las clases comienzan el 1 de marzo, por lo que la temporada turística termina en febrero.
·                     Mañana puede definirse el candidato, si la votación evidencia un consenso.

D) Para intercalar
 marcadores del discurso

E) Para intercalar vocativos

·                     Pásame el lápiz negro.
·                     Pásame el lápiz, negro. 

Evidentemente, estos mensajes no contienen el mismo significado. El vocativo "negro", en inciso en el segundo ejemplo, demuestra la importancia de la coma en la expresión escrita.

F) En enunciados que no son
 oración
En enunciados sin verbo (que para algunos autores no son una oración), la coma permite identificar el sujeto y el predicado semánticos.  Por lo tanto se puede interpretar de la misma manera:
·                     El embajador, en el homenaje.
·                     El embajador está en el homenaje

Si bien el uso de este signo depende de la voluntad del autor para expresarse, es importante considerar que contribuye con una lectura sin interrupciones y una comprensión apropiada. Inclusive puede llegar a cambiar el sentido de nuestra comunicación y hasta es capaz de ocasionar efectos cómicos.
 

Lecturas recomendadas:


Lepre, Carmen (2006) Gramática y ortografía básicas del Español, Ediciones Santillana: Montevideo 
Cassany, Daniel (1995)   La cocina de la escritura. Editorial Anagrama: Barcelona.
Grijelmo Álex,  (2006) La gramática descomplicada. Editorial Taurus: Madrid.
Dutto, María Cristina, Tanzi, Silvana. Manual de Escritura. Cuadernos de Comunicación Social Número 2. Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica Dámaso Antonio Larrañaga.