28 abril 2013

LOS ORIENTALES




De todas partes vienen,
sangre y coraje,
para salvar su suelo
los orientales;
vienen de las cuchillas,
con lanza y sable,
entre las hierbas brotan
los orientales.

Salen de los poblados,
del monte salen,
en cada esquina esperan
los orientales.

Porque dejaron sus vidas,
sus amigos y sus bienes,
porque es más querida
la libertad que no tienen,
porque es ajena la tierra
y la libertad ajena
y porque siempre los pueblos
saben romper sus cadenas.

Eran diez, eran veinte,
eran cincuenta,
eran mil, eran miles,
ya no se cuentan.

Rebeldes y valientes
se van marchando,
las cosas que más quieren
abandonando.

Como un viento que arrasa
van arrasando,
como un agua que limpia
vienen limpiando.

Porque dejaron sus vidas...

Idea Vilariño

Formular y responder preguntas. Isabel Solé


Formular y responder preguntas: no siempre, y no solo, sirven para evaluar.

Enseñar a formular y a responder preguntas acerca del texto es una estrategia esencial para una lectura activa.
El lector que es capaz de formularse preguntas pertinentes sobre el texto está más capacitado para regular su proceso de lectura, y podrá, por tanto, hacerla más eficaz.
Para aprender a formular preguntas de este tipo, es necesario que los alumnos asistan a lo que hace su profesor, quién se plantea a sí mismo y les dirige a ellos interrogantes para la lectura; es imprescindible que los alumnos se decidan a formularlas, y ello sólo es posible si se les da la oportunidad de hacerlo.
Preguntas de respuesta literal. Preguntas cuya respuesta se encuentra literal y directamente en el texto.
Preguntas piensa y busca. Preguntas cuya respuesta es deducible, pero que requiere que el lector relacione diversos elementos del texto y que en algún grado realice inferencias.
Preguntas de elaboración personal. Preguntas que toman como referente el texto, pero cuya respuesta no se puede deducir del mismo; exigen la intervención del conocimiento y/u opinión del lector.

Solé, Isabel (1992) Estrategias de lectura.

Empleo genérico del masculino.


El masculino es en español el género no marcado, y el femenino, el marcado. En la designación de personas y animales, los sustantivos de género masculinos se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, pero también para designar a toda la especie, sin distinción de sexo, sea en singular o en plural. Así, están comprendidas las mujeres en: " Un estudiante universitario tiene que esforzarse mucho hoy en día para trabajar y estudiar a la vez" o en "Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales". Se abarca así mismo a las osas en: "El oso es un animal plantígrado" o "En los bosques quedan pocos osos". Estos casos corresponden al uso genérico del masculino. Sin embargo, razones extralingüísticas o contextuales pueden dar a entender que se habla solo de varones, como en "el número de mexicanos que han sido ordenados sacerdotes en los últimos diez años", o en "Los hombres dicen mentiras" (Delibes, Ratas).
En el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de persona que manifiesten los dos géneros: los alumnos y las alumnas; a todos los chilenos y a todas las chilenas; tus hijos y tus hijas; Una masiva ovación de los diputados y las diputadas […] cierra el presunto debate (País [esp.] 2/4/1999). El circunloquio es innecesario en estos casos, puesto que el empleo del género no marcado es suficientemente explicito para abarcar a los individuos de unos y otro sexo. Se prefiere, por lo tanto, "Los alumnos de esta clase se examinaran el jueves"; "Es una medida que beneficiará a todos los chilenos"; "¿cómo están tus hijos?" En cambio, la doble mención se interpreta como señal de cortesía en ciertos usos vocativos: señoras y señores, amigas y amigos, etc., acaso por extensión de la fórmula damas y caballeros, basada en una oposición heteronímica.
Cuando no queda suficientemente claro que el masculino plural comprende por igual a los individuos de ambos sexos, son necesarios ciertos recursos para deshacer la posible ambigüedad: fórmulas desdobladas, como en "Los españoles y las españolas pueden servir en el Ejército", pero también modificadores restrictivos del sustantivo (empleados de ambos sexos) o apostillas diversas (empleados, tanto hombres como mujeres).
Los sustantivos en plural padres (padre y madre), reyes (rey y reina), príncipes (príncipe y princesa) y otros que designan títulos nobiliarios o términos de parentesco pueden abarcar en su designación a los dos miembros de una pareja de varón y mujer.

Gramática de la RAE, 2010.

Horacio Quiroga


Las medias de los flamencos

(Cuentos de la selva, 1918)

CIERTA VEZ LAS víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los flamencos, y a los yacarés y a los peces. Los peces, como no caminan, no pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola.

Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un collar de plátanos, y fumaban cigarros paraguayos. Los sapos se habían pegado escamas de peces en todo el cuerpo, y caminaban meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy serios por la orilla del río, los peces les gritaban haciéndoles burla.

Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies. Además, cada una llevaba colgada, como un farolito, una luciérnaga que se balanceaba.

Pero las que estaban hermosísimas eran las víboras. Todas, sin excepción, estaban vestidas con traje de bailarina, del mismo color de cada víbora. Las víboras coloradas llevaban una pollerita de tul colorado; las verdes, una de tul verde; las amarillas, otra de tul amarillo; y las yararás, una pollerita de tul gris pintada con rayas de polvo de ladrillo y ceniza, porque así es el color de las yararás.

Y las más espléndidas de todas eran las víboras de que estaban vestidas con larguísimas gasas rojas, y negras, y bailaban como serpentinas Cuando las víboras danzaban y daban vueltas apoyadas en la punta de la cola, todos los invitados aplaudían como locos.

Sólo los flamencos, que entonces tenían las patas blancas, y tienen ahora como antes la nariz muy gruesa y torcida, sólo los flamencos estaban tristes, porque como tienen muy poca inteligencia, no habían sabido cómo adornarse. Envidiaban el traje de todos, y sobre todo el de las víboras de coral. Cada vez que una víbora pasaba por delante de ellos, coqueteando y haciendo ondular las gasas de serpentinas, los flamencos se morían de envidia.

Un flamenco dijo entonces:

-Yo sé lo que vamos a hacer. Vamos a ponernos medias coloradas, blancas y negras, y las víboras de coral se van a enamorar de nosotros.

Y levantando todos juntos el vuelo, cruzaron el río y fueron a golpear en un almacén del pueblo.

-¡Tan-tan! —pegaron con las patas.

-¿Quién es? —respondió el almacenero.

-Somos los flamencos. ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras?

-No, no hay —contestó el almacenero—. ¿Están locos? En ninguna parte van a encontrar medias así. Los flamencos fueron entonces a otro almacén.

-¡Tan-tan! ¿Tienes medias coloradas, blancas y negras?

El almacenero contestó:

-¿Cómo dice? ¿Coloradas, blancas y negras? No hay medias así en ninguna parte. Ustedes están locos. ¿Quiénes son?

-Somos los flamencos— respondieron ellos.

Y el hombre dijo:

-Entonces son con seguridad flamencos locos.

Fueron a otro almacén.

- ¡Tan-tan! ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras?

El almacenero gritó:

- ¿De qué color? ¿Coloradas, blancas y negras? Solamente a pájaros narigudos como ustedes se les ocurre pedir medias así. ¡Váyanse en seguida!

Y el hombre los echó con la escoba.

Los flamencos recorrieron así todos los almacenes, y de todas partes los echaban por locos.

Entonces un tatú, que había ido a tomar agua al río se quiso burlar de los flamencos y les dijo, haciéndoles un gran saludo:

-¡Buenas noches, señores flamencos! Yo sé lo que ustedes buscan. No van a encontrar medias así en ningún almacén. Tal vez haya en Buenos Aires, pero tendrán que pedirlas por encomienda postal. Mi cuñada, la lechuza, tiene medias así. Pídanselas, y ella les va a dar las medias coloradas, blancas y negras.

Los flamencos le dieron las gracias, y se fueron volando a la cueva de la lechuza. Y le dijeron:

-¡Buenas noches, lechuza! Venimos a pedirte las medias coloradas, blancas y negras. Hoy es el gran baile de las víboras, y si nos ponemos esas medias, las víboras de coral se van a enamorar de nosotros.

-¡Con mucho gusto! —Respondió la lechuza—. Esperen un segundo, y vuelvo en seguida.

Y echando a volar, dejó solos a los flamencos; y al rato volvió con las medias. Pero no eran medias, sino cueros de víboras de coral, lindísimos cueros recién sacados a las víboras que la lechuza había cazado.

-Aquí están las medias —les dijo la lechuza—. No se preocupen de nada, sino de una sola cosa: bailen toda la noche, bailen sin parar un momento, bailen de costado, de cabeza, como ustedes quieran; pero no paren un momento, porque en vez de bailar van entonces a llorar.

Pero los flamencos, como son tan tontos, no comprendían bien qué gran peligro había para ellos en eso, y locos de alegría se pusieron los cueros de las víboras como medias, metiendo las patas dentro de los cueros, que eran como tubos. Y muy contentos se fueron volando al baile.

Cuando vieron a tos flamencos con sus hermosísimas medias, todos les tuvieron envidia. Las víboras querían bailar con ellos únicamente, y como los flamencos no dejaban un Instante de mover las patas, las víboras no podían ver bien de qué estaban hechas aquellas preciosas medias.

Pero poco a poco, sin embargo, las víboras comenzaron a desconfiar. Cuando los flamencos pasaban bailando al lado de ellas, se agachaban hasta el suelo para ver bien.

Las víboras de coral, sobre todo, estaban muy inquietas. No apartaban la vista de las medias, y se agachaban también tratando de tocar con la lengua las patas de los flamencos, porque la lengua de la víbora es como la mano de las personas. Pero los flamencos bailaban y bailaban sin cesar, aunque estaban cansadísimos y ya no podían más.

Las víboras de coral, que conocieron esto, pidieron en seguida a las ranas sus farolitos, que eran bichitos de luz, y esperaron todas juntas a que los flamencos se cayeran de cansados.

Efectivamente, un minuto después, un flamenco, que ya no podía más, tropezó con un yacaré, se tambaleó y cayó de costado. En seguida las víboras de coral corrieron con sus farolitos y alumbraron bien las patas del flamenco. Y vieron qué eran aquellas medias, y lanzaron un silbido que se oyó desde la otra orilla del Paraná.

-¡No son medias!— gritaron las víboras—. ¡Sabemos lo que es! ¡Nos han engañado! ¡Los flamencos han matado a nuestras hermanas y se han puesto sus cueros como medias! ¡Las medias que tienen son de víboras de coral

Al oír esto, los flamencos, llenos de miedo porque estaban descubiertos, quisieron volar; pero estaban tan cansados que no pudieron levantar una sola pata. Entonces las víboras de coral se lanzaron sobre ellos, y enroscándose en sus patas les deshicieron a mordiscones las medias. Les arrancaron las medias a pedazos, enfurecidas y les mordían también las patas, para que murieran.

Los flamencos, locos de dolor, saltaban de un lado para otro sin que las víboras de coral se desenroscaran de sus patas, Hasta que al fin, viendo que ya no quedaba un solo pedazo de medias, las víboras los dejaron libres, cansadas y arreglándose las gasas de sus trajes de baile.

Además, las víboras de coral estaban seguras de que los flamencos iban a morir, porque la mitad, por lo menos, de las víboras de coral que los habían mordido eran venenosas.

Pero los flamencos no murieron. Corrieron a echarse al agua, sintiendo un grandísimo dolor y sus patas, que eran blancas, estaban entonces coloradas por el veneno de las víboras. Pasaron días y días, y siempre sentían terrible ardor en las patas, y las tenían siempre de color de sangre, porque estaban envenenadas.

Hace de esto muchísimo tiempo. Y ahora todavía están los flamencos casi todo el día con sus patas coloradas metidas en el agua, tratando de calmar el ardor que sienten en ellas.

A veces se apartan de la orilla, y dan unos pasos por tierra, para ver cómo se hallan. Pero los dolores del veneno vuelven en seguida, y corren a meterse en el agua. A veces el ardor que sienten es tan grande, que encogen una pata y quedan así horas enteras, porque no pueden estirarla.

Esta es la historia de los flamencos, que antes tenían las patas blancas y ahora las tienen coloradas. Todos los peces saben por qué es, y se burlan de ellos. Pero los flamencos, mientras se curan en el agua, no pierden ocasión de vengarse, comiéndose a cuanto pececito se acerca demasiado a burlarse de ellos.



Primera Luna. Elaine Mendina


Juliana removió el rescoldo en el primitivo fogón hecho con piedras, echándole aire con un viejo sombrero de paja del que sólo restaban las alas.
Lagrimeando por el humo, rezongaba insultos mientras cuidaba el caminito abierto entre el chircal, por donde esperaba ver aparecer su nieta. Probó con una cuchara el jarro de café hervido, escupiendo a continuación el líquido amargo.
- Porcaría...
Dejó el jarro en la mesa destartalada. Espantó dos gallinas, que se fueron cloqueando patio afuera, mientras repartía rezongos entre las gallinas, el café amargo y la nieta que demoraba, cuando la avistó por el senderito retorcido.
De lejos vio que no traía nada en la bolsita de plástico que llevaba en la mano, y esto redobló sus murmullos.
Joana venía saltando con ese saltito característico de niña. Por donde el pasto agostado y corto formaba una superficie casi plana. Cuando llegó al pedregal afilado de junto ala casa, dejó de saltar, preparándose para enfrentar a la abuela.
Joana tenía doce años. Era zanquilarga y fina, de miembros delgados y larguísimos. Blanca pecosa, el sol no conseguía oscurecer la piel lechosa. La boca grande y carnosa reía con facilidad, con una risa no siempre justificada, lo que unido a un marcado infantilismo en su habla y sus maneras, hacía sospechar en ella un cierto grado de retardo mental. Su única belleza eran los ojos, grandes y verdes, moteados de amarillo y rodeados de largas pestañas negras. El pelo también negro y liso, cortado como el de un hombre para facilitar el control de los piojos, podría hacerla pasar por varón, si no fuera por las curvas incipientes, recién nacidas, redondeando el algodón de la blusita de la blusita desteñida adherida al pecho y el pantalón corto hecho de un vaquero viejo con las perneras recortadas.
La abuela le gritó de lejos, preguntando por el azúcar encargado.
-Dice don Artave que no puede fiarle más. Hasta que le pague lo que le debe.
La respuesta, curiosamente, acalló a Juliana. Lo que esperaba hacía tiempo, había sucedido. Con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, miró a su alrededor, y detuvo finalmente la vista en el jarro de café sin azúcar.
Joana, enhorquetada en un gajo de árbol cercano a la casa, mordisqueaba algo. La abuela prestó atención.
-¿Qué é, Jo?
La niña mostró un rectángulo castaño, mordisqueado en una punta.
-Rapadura. Me dio don Arteave.
La vieja alargó la mano:
-Me dá.
Joana le dio el último mordisco trabajoso al dulce azucarado y duro, y lo entregó. La abuela entró a la casa y se puso a molerlo con el cabo de un cuchillo, recogiendo en un trozo de papel el polvillo y las migajas resultantes.
Después lo echó al jarro de café y lo revolvió. Vertió parte del líquido en otro jarrito que descolgó de un clavo de la pared, tomó un plato de hojalata con unas cuantas galletas y llamó a la nieta.
La vieja y la niña comían a la sombra del rancho, sentadas en sus taburetes con el jarro de café entre las rodillas. Remojaban en él trozos de galleta reseca, hasta que se ablandaba.
Comían en silencio, sumidas ambas en sus preocupaciones. Las de Jo consistían en barajar la posibilidad de que su abuela le prestara el banco largo para jugar al almacenero.
Las de Juliana se vieron interrumpidas por el ruido de un carro y un caballo que se aproximaban. La niña, sin soltar su café, rodeó la casa y anunció:
-Es don Artave, “vo” Juliana.
La vieja dejó de comer, limpiando nerviosamente las migajas caídas en la falda del vestido.
Un sulky bien cuidado, tirado por una yegüita baya, entró por el frente del rancho levantando tierra y espantando las dos únicas gallinas. El vasco Arteave echó pie a tierra, dejando carro y caballo bajo la sombra de un higuerón.
Caminó hacia las dos figuras que lo aguardaban de pie, estiró la mano a la vieja al llegar cerca.
-Buenas tardes.
Dio a Jo “la bendición”, apoyando la mano en la cabecita pelinegra. Cumplido el ritual, la niña escapó para volver a la casa, y aprovechando que la abuela estaría entretenida, sacó el banco para jugar. La vieja ofreció al hombre uno de los taburetes.
-Sente.
El visitante se sentó con justificada cautela, pues el asiento no parecía capaz de contener sus noventa kilos metidos en un cuerpo achaparrado y fofo, de triple papada rojiza y un desaseo personal que la ropa relativamente costosa no conseguía disimular. Juliana, con las manos cruzadas en la falda, lo miraba en silencio. El hombre abordó la cuestión:
-Vine por el asunto de su cuentita, doña Juliana... usté sabe como son estas cosas...
-Sei.
Las palabras de la mujer caían como piedras en el agua: bruscas, cortadas, formando círculos concéntricos en las lagunas de silencio que las seguían.
Podría explicar, dar razones. Después de la muerte del único hijo que retuvo al lado, tiempo de relativa holgura, aún sobrevivió con cierto decoro, en el puesto donde el muchacho trabajara. Plantaba, criaba animales, lavaba ropa ajena. Era sola con Jo. Pero cuando tomaron al puestero nuevo y tuvo que irse a su actual vivienda, las cosas se pusieron duras. ¿Dónde plantar, criar, en aquel retazo rocoso agrietado de seco y sin aguada cerca? Los lavados se dificultaron, el arroyo quedaba lejos y una hernia nunca operada dificultaba seriamente sus movimientos.
Para que hablar. Todos sabían eso. Don Arteave también. Juliana nunca había llorado penas, ni aún para comer. Era el capital que le quedaba, el orgullo. Y era por naturaleza poca prosa. Que diablos quería, se preguntaba Juliana. Sabía perfectamente que ella no podía pagar. Pero el almacenero tenía otras ideas:
-Yo pensé, doña Juliana... cosas de viejo, usté sabe...
Se removió inquieto, haciendo peligrar la estabilidad del taburete.
-... bueno, ando precisando quién me dé una manito en el almacén. Usté sabe, ordenar cosas, barrer, lavar algún trapito... uno es solo y no da abasto, ¿m’entiende...?
Se calló, como si no supiera como seguir. Hubo un largo silencio incómodo.
Al fin, tomando aire como quien se va a tirar al agua, soltó:
-... y entonces pensé en la gurisa.
Con el gesto, señalaba a Joana, que jugaba acuclillada en la tierra, encargando alternativamente a  la cliente y al vendedor. Hileras y montoncitos de piedras, huesecillos y frutas de tutiá eran la mercancía.
Juliana se quedó de una sola pieza.
-¿A Jo?
El hombre carraspeaba incómodo, sin saber como seguir. Pero no hacía falta. Juliana era mujer, vieja y pobre. Y eso es mucha escuela. La piel blanca de Jo relumbraba a través de un desgarrón reciente hecho en un clavo salido, junto al nacimiento de la pierna. Los ojos del almacenero recorrían furtivamente el cuerpo largo empezado a madurar. La abuela habló con voz seca:
-Vá la dentro.
Miró largamente con ojos duros y vacíos el hueco de la puerta por donde había desaparecido la niña, y luego al hombre enrojecido y resoplante. Bruscamente puso las cartas boca arriba.
-Inda nâo tem a lúa. (1)
La franqueza brutal de la vieja pareció aliviar la tensión del hombre: ahora podía hablar claro, sin perderse en eufemismos. Levantándose, le tendió la mano mientras daba por cerrado el trato.
-Yo espero.
Oyendo a la visita irse, Joana salió al patio, pero algo en la expresión de la abuela le avisó que no era prudente volver al juego. Juliana la miraba como si no la viese, o como si viera a través de ella. Larga y fina, parada en una sola pierna como una grulla, pidiendo con los ojos permiso para volver a jugar... Esos ojos, Dios mío.
De pronto eran otros así, verdes, idénticos, los que la miraban. Los ojos del hijo, diez años atrás. El muchacho con los brazos llenos de tubos, con la vida yéndose, por la herida de una cornada. Los ojos verdes desorbitados de dolor, mirando a Joana que entonces tenía dos años y dormía sobre el hombro de la abuela, el pedido:
-Tome conta dela, manhe.
Y la promesa lacónica, sin desbordes, que ella hiciera:
-Deixa conmigo.
Jo desvió los ojos y Juliana volvió a ver la realidad que la circundaba; la blusa deshilachándose sobre los senos incipientes, pequeños y duros como frutas aún verdes. Ordenó sin entonación:
-Ajunta os trapos e te calza. Vai trabalhar no armazém.
La siguió mientras la niña se levantaba sin comentarios, limpiando la tierra del trasero del pantalón, y se dirigía a la caja de cartón donde guardaba su ropa. La historia de su miseria fue surgiendo de la caja y apilándose dobladita sobre una gastada toalla extendida en el catre. Un pantalón remendado, dos suéteres demasiado grandes, evidentemente heredados de alguien; un desteñido vestido de lunares rojos, dos camisitas, una con el hombro desgarrado. Tres o cuatro bombachitas con las mallas corridas.
Jo tomó el atado y después de sacudir la tierra de los pies con la mano, se calzó las chinelas. Se encaminó a despedirse de la abuela, pero Juliana le había dado la espalda y caminaba con paso rápido rumbo al monte.
Cuando volvió, oscurecía. Se quedó parada frente al rancho vacío, mirando las latitas de piedras y frutas silvestres con que Joana había estado jugando.
Distraídamente tomo una latita.
Recostada en la pared de terrón, pensó en voz alta, mirando el campo desierto:
-Ninguém tem culpa, naô...
Hablaba para sí. O a la memoria del hijo, o a la nieta ausente. O al responsable de aquel estado de cosas que sólo podía sufrir y aceptar. No sabía... Y no importaba, ya.
Sin darse cuenta, estrechó la latita contra el pecho consumido.

------------------------------------------------------------------------
La autora nace en Artigas en 1956. Es Maestra y Profesora egresada de I.P.A., en Literatura. Ha publicado: Ibrahim y los otros; El otro circo; (ambos volúmenes de cuentos), y la novela: El pueblo blanco.

1) “Aún no tiene las lunas”: es impúber.

Julio Cortázar


Tía explicada o no.

Quien más quien menos, mis cuatro primos carnales se dedican a la filosofía. Leen libros, discuten entre ellos y son admirados a distancia por el resto de la familia, fiel al principio de no meterse en las preferencias ajenas e incluso favorecerlas en la medida de lo posible. Estos muchachos, que me merecen gran respeto, se plantearon más de una vez el problema del miedo de mi tía, llegando a conclusiones oscuras pero tal vez atendibles. Como suele ocurrir en casos parecidos, mi tía era la menos enterada de estos cabildeos, pero desde esa época la deferencia de la familia se acentuó todavía más. Durante años hemos acompañado a tía en sus titubeantes expediciones de la sala al antepatio, del dormitorio al cuarto de baño, de la cocina a la alacena. Nunca nos pareció fuera de lugar que se acostara de lado, y que durante la noche observara la inmovilidad más absoluta, los días pares del lado derecho y los impares del izquierdo. En las sillas del comedor y del patio, tía se instala muy erguida; por nada aceptaría la comodidad de una mecedora o de un sillón Morris. La noche del Sputnik la familia se tiró al suelo en el patio para observar el satélite, pero tía permaneció sentada y al día siguiente tuvo una tortícolis horrenda. Poco a poco nos fuimos convenciendo, y hoy estamos resignados. Nos ayudan nuestros primos carnales, que aluden a la cuestión con miradas de inteligencia y dicen cosas tales como: “Tiene razón”. ¿Pero por qué? No lo sabemos, y ellos no quieren explicarnos. Para mí, por ejemplo, estar de espaldas me parece comodísimo. Todo el cuerpo se apoya en el colchón o en las baldosas del patio, uno siente los talones, las pantorrillas, los muslos, las nalgas, el lomo, las paletas, los brazos y la nuca que se reparten el peso del cuerpo y lo difunden, por decir así, en el suelo, lo acercan tan bien y tan naturalmente a esa superficie que nos atrae vorazmente y parecería querer tragarnos. Es curioso que a mí estar de espaldas me resulte la posición más natural, y a veces sospecho que mi tía le tiene horror por eso. Yo la encuentro perfecta, y creo que en el fondo es la más cómoda. Sí, he dicho bien: en el fondo, bien en el fondo, de espaldas. Hasta me da un poco de miedo, algo que no consigo explicar. Cómo me gustaría ser como ella, y cómo no puedo.

Cortázar, Julio(1962) Historia de Cronopios y de Famas.

Las mayúsculas


Ortografía: uso de la B

Uso de la B

Según criterios posicionales o secuenciales.

1) Cuando precede a otra consonante: abdicar, abnegación, absoluto, hablar, obvio, objeto, obtener, pobre, subterfugio. Excepciones: ovni, grivna (moneda de Ucrania), Vladimir (Bladimiro)
2) En posición final de la palabra: club, esnob, baobab, Job.
Excepciones: molotov, lev (moneda de Bulgaria), Kiev, Romanvo.
3) Después de la sílaba tur: disturbio, enturbiar, turbo, perturbación, turbante, turbina.
4) Después de las sílabas he, ha, hi, hu: haba, habitar, hebilla, hibernar, hibisco, hubo. Excepción: hevea (árbol productor del caucho).
5) Después de las sílabas iniciales ra, ri, ro, ru: rábano, rabia, rabino, ribera, ribete, robar, robot, robusto, rubeola, rubí, rubio, rubor. Excepciones: raviol y sus derivados; rival y sus derivados rivalizar y rivalidad; rivera (arroyo o río grande); Rivera y riverense.
6) La mayoría de las palabras que empiezan con abo – abu: abocar (se), abogado, abolengo, abolir, aborigen, aborto, abuchear, abuela, abulia, abundar, aburrido, abusar. Excepciones: avocar (dicho de una autoridad, reclamar para sí una cuestión que compete resolver a otra inferior); avoceta, avulsión, avutarda. Son también excepciones los derivados de palabras que se escriben con v: avolcanado (de volcán), avorazarse (de voraz),  avulgarar (de vulgar).
7) La mayoría de las palabras que empiezan con alb, arb: Albania, albañil, albaricoque, albedrío, albergue, Alberto, albino, albóndiga, albornoz, alboroto, álbum, árbitro, árbol, arbusto. Excepciones: Álvaro, Álvarez, alvéolo o alveolo, alvino (bajo vientre o las vísceras situadas en él), alverja o arveja (y sus derivados), arvense (plantas silvestres que crecen en los sembrados).
8) La mayoría de las palabras que empiezan con bar y bor: barba, barbacoa, bárbaro, Barcelona, barco, barniz, Bartolomé, barbotear, borda, bordar, borde, Borgoña, borla. Excepciones: várdulo (gentilicio), Vargas, varguense, Varsovia, varsoviano, vórtice (remolino, huracán).
9) La mayoría de las palabras que empiezan con bu y bus: bucanero, bucear, bucle, bucólico, búfalo, buhardilla,, búho, bujía, bullicio, buñuelo, burbuja, burdel, burgués, burla, burocracia, búsqueda, busto, butaca, buzo. Excepciones: vudú y sus derivados.
10) Se escriben con b las palabras terminadas en –bilidad: amabilidad, debilidad, habilidad, estabilidad, sensibilidad, visibilidad. Excepciones: civilidad (civismo, amabilidad), movilidad y sus derivados.
11) Se escriben con b los verbos terminados en bir: concebir, escribir, exhibir, prohibir, recibir, sucumbir, subir. Excepciones: hervir, servir, vivir y sus compuestos y derivados (malvivir, sobrevivir)
12) Se escriben con b los verbos terminados en buir: atribuir, contribuir, distribuir, imbuir, retribuir.
13) Se escriben con b las palabras terminadas en bundo o bunda: abunda, furibundo, meditabunda, moribundo, nauseabundo, pudibundo (exagerado o afectadamente pudoroso, mojigato), tremebunda, vagabundo.

Según criterios morfológicos.

14) Se escriben con b las terminaciones aba, abas, ábamos, abais, aban del Pretérito Imperfecto del Modo Indicativo (o Copretérito) de los verbos de primera conjugación: amaba, bajaba, cantaba, andaba (anduve), cantábamos, trabajabais. Y también las formas de este mismo tiempo del verbo ir: iba, ibas, íbamos, ibais, iban.
15) Las palabras que contienen los siguientes prefijos o elementos compositivos:
a) bi/bis/biz/: bianual, bicentenario, bilingüe, bicolor, bisnieto o biznieto, biscocho o bizcocho
b) bibli: biblia, biblioteca, bibliobús, bibliografía.
c) bio (de vida): biodiversidad, biología, biografía, biosfera o biósfera, anaerobio, microbio.
d) sub (debajo o bajo, denota inferioridad de posición o categoría; atenuación o disminución): subacuático, subafluente, subempleo, suburbano.
16) Las palabras compuestas cuyo primer elemento es bien o que comienzan con su forma latina ben/e: bienaventurado, bienestar, bienhechor, bienmesabe (dulce de clara de huevo y almíbar con el que se hacen los merengues), bienvenida, benefactor, beneplácito, benevolente.
 17) Las palabras compuestas cuyo último elemento es fobia (adversión o temor a algo)agorafobia (sensación anormal de angustia en los espacios abiertos y especialmente en plazas amplias), claustrofobia, fotofobia (aversión a la luz); hidrofobia, andrófoba (aversión anormal al sexo masculino); homófobo; xenófobo (desprecio hacia los extranjeros).

Según criterios léxicos.

18) Se escribe con b la representación del fonema/b/:
a) Los verbos beber, caber, deber, haber, saber y sorber y sus derivados y compuestos.
b) Las voces en cuya familia léxica hay una palabra que, en lugar de b, presentan la p etimológica latina: abeja (apicultura); cabello, cabellera, descabellado (capilar), obispo (episcopado), recibir (recipiente), sabio, sabiduría (sapiencia), sabor (sápido, insípido).  

02 abril 2013

Redes y Mapas Conceptuales



Aprendizaje Visual - Organizadores gráficos


  Las Redes y Mapas Conceptuales constituyen una técnica para organizar y representar información en forma visual. Esta organización de la información debe incluir conceptos y relaciones que al enlazarse armen proposiciones.

Son herramientas valiosas para construir conocimiento y desarrollar habilidades de pensamiento de orden superior, ya que permiten procesar, organizar y priorizar nueva información, identificar ideas erróneas y visualizar patrones e interrelaciones entre diferentes conceptos.

Su objetivo es representar relaciones entre conceptos en forma de proposiciones.
  • Los conceptos están incluidos en cajas o círculos.
  • Las relaciones entre los conceptos se explicitan mediante líneas que unen sus cajas respectivas.
  • Las líneas, a su vez, tienen palabras asociadas que describen cuál es la naturaleza de la relación que liga los conceptos.
Los mapas conceptuales fueron desarrollados por el Profesor Joseph D. Novak de la Universidad de Loyola en los años 1960, basándose en la teoría de David Ausubel del aprendizaje significativo. Según Ausubel, el factor más importante en el aprendizaje es lo que el sujeto ya conoce. Por lo tanto, el aprendizaje significativo ocurre cuando una persona consciente y explícitamente vincula esos nuevos conceptos a otros que ya posee.

Cuando se produce ese aprendizaje significativo, se produce una serie de cambios en nuestra estructura cognitiva, modificando los conceptos existentes, y formando nuevos enlaces entre ellos. Esto es porque dicho aprendizaje dura más y es mejor que la simple memorización: los nuevos conceptos tardan más tiempo en olvidarse, y se aplican más fácilmente en la resolución de problemas.

Según Novak, los nuevos conceptos son adquiridos por descubrimiento, que es la forma en que los niños adquieren sus primeros conceptos y lenguaje, o por aprendizaje receptivo, que es la forma en que aprenden los niños en la escuela y los adultos.
El problema es que la mayor parte del aprendizaje en las escuelas es receptivo, los estudiantes memorizan definiciones de conceptos, o algoritmos para resolver sus problemas, pero fallan en adquirir el significado de los conceptos en las definiciones o fórmulas.

El trazado de mapas conceptuales permite un Aprendizaje Activo. Cuando se realiza un mapa conceptual, se obliga al estudiante a involucrarse con los conceptos, a realizar un análisis del contenido. No se trata de una simple memorización sino que se debe prestar atención a la relación entre los conceptos. Se trata de un proceso activo.

La construcción de un mapa conceptual puede servir para:
  • generar ideas (lluvia de ideas [brain storming], etc.)
  • diseñar una estructura compleja (textos largos, hipermedia, páginas web grandes, etc.)
  • comunicar ideas complejas
  • contribuir al aprendizaje integrando explícitamente conocimientos nuevos y antiguos
  • evaluar la comprensión o diagnosticar la incomprensión
  • explorar el conocimiento previo y los errores de concepto
  • fomentar el aprendizaje significativo para mejorar el éxito de los estudiantes
  • medir la comprensión de conceptos.
  • clasificar de forma similar a las palabras las cuales se encuentran en las diferentes temáticas que se puedan utilizar en el tema dado

    Redes Conceptuales
Las Redes Conceptuales son utilizadas en función de los aportes de Ausubel y Chomsky, a partir del concepto de oración nuclear.
·         Cada relación entre nodos configura una oración NUCLEAR.

Es decir, la estructura cognitiva se visualiza como una estructura semántica reticular, cuya unidad está constituida por oraciones nucleares de significado profundo.
Son utilizadas como organizador de información para evaluar conocimientos previos.


Están compuestas por:

·         Por NODOS
·         Por LEYENDAS QUE SE RELACIONAN
*Los nodos son sustantivos o sustantivos más adjetivos, pero siempre que sean conceptos relevantes sobre el tema
*La jerarquía entre nodos no es necesaria
*Cada enlace contiene un verbo
*La importancia entre los conceptos está dada por la cantidad de relaciones que tienen y no por su orden jerárquico

Un link interesante

Para mapas conceptuales y un tutorial para Cmap Tools

http://escuelauno-nqn.blogspot.com/search/label/Mapas%20conceptuales

01 abril 2013

¿QUÉ ES LA LITERATURA?


 DEFINICIÓN.

¿Qué es lo que hace que un texto sea literario? La habilidad literaria la confiere el modo de narrar y de ordenar los acontecimientos. En el Círculo de Praga[1] surgió por primera vez el concepto de literalidad; R. Jakobson afirmó que lo literario no estriba en los ornamentos del texto, sino en la revaluación del mismo, porque el propósito del autor es estético.

1. Polisemia del término “literatura”. La definición de literatura cambia dependiendo del contexto sociocultural e histórico, y sólo en el s.XIX adquiere el significado contemporáneo (en el siglo XVIII se llamaba literatos a poetas y a científicos como Newton) La misma palabra es una palabra polisémica (cf. Diccionario RAE):

  LITERATURA
Arte que emplea como medio de expresión una lengua.
Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género
Conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia
Conjunto de conocimientos sobre literatura
Tratado en que se exponen estos conocimientos

“Literatura” deriva, etimológicamente, del latín Littera, que significa “letra” o “lo escrito”. Por su etimología, pues, la literatura está ligada a la cultura, como manifestación de belleza a través de la palabra escrita, pero esta definición deja fuera la literatura de transmisión oral, que es la primera manifestación literaria conocida, por lo que es mejor hablar, siguiendo a Aristóteles, de “el arte de la palabra”: la literatura es un arte, y por tanto, se relaciona con otras artes, y tiene una finalidad estética. 
La Poética, de Aristóteles es el primer texto teórico importante en el que se trata la cuestión de definir el arte de la escritura. No obstante, cuando Diógenes Laercio alude a la obra del Estagirita, se refiere a un tratado en dos volúmenes, por lo que hay que tener en cuenta que nos falta el segundo[2].
A lo largo de la historia no ha habido consenso para alcanzar una definición universal. Se entiende por literatura, en el contexto de la crítica literaria, el conjunto de textos que son producto del arte de la palabra (J. Domínguez Caparrós).

Ha habido distintos intentos de definir el concepto de LITERATURA[3]:

-ROMAN JAKOBSON: “el objeto de la literatura es la literalidad, que es lo que hace de una obra determinada una obra literaria” Nace con los formalistas rusos el concepto de literalidad, entendida como algo más que la fidelidad de las palabras a un significado,
-TZVETAN TODOROV: “La literatura es un medio de tomar posición frente a los valores de la sociedad; digamos de una vez que es ideología. Toda literatura ha sido siempre ambos: arte e ideología”
-JOAQUÍN XIRAU: “La literatura, como el arte, es una de las formas más altas de conciencia, es una forma de conocimiento y de autorreconocimiento”
-MARÍA  MOLINER: “la literatura es el arte que emplea la palabra como medio de expresión, la palabra hablada o escrita”
-WOLFANG KAYSER plantea cambiar el término “Literatura” por el de “Bellas Letras”, para poder diferenciarla del habla y de los textos no literarios.
Las definiciones han sido muchas, pero podemos agruparlas, siguiendo a Tzvetan Todorov (Les genres du discours, 1978), en estructurales y funcionales.

2. Definiciones estructurales.

Desde el punto de vista estructural, se caracteriza a la literatura por ser imitación y por usar un lenguaje sistemático y autosuficiente (es autotélico en el sentido de que sólo busca “decirse a sí mismo” y puede ser opaco).
Este tipo de definiciones tienen su origen en Aristóteles en cuanto a la característica de la imitación (mimesis), mientras que el aspecto de lenguaje como un fin en sí mismo llega hasta la actualidad a través de los románticos alemanes, el simbolismo, el formalismo ruso y el New Criticism americano. Por ejemplo, para el formalista Roman Jakobson( 1896-1982) la literatura “designa ese tipo de mensaje que toma su propia forma por objeto, y no su contenido” Es él quien formula que “Si los estudios literarios quieren llegar a ser una ciencia, deben reconocer en el procedimiento su personaje único”. Sus investigaciones se centran en las estructuras narrativas (Propp), estilísticas (Eichenbaum, Bashtin, Voloshinov), rítmicas (Brik, Tomashevski), sinoras (Brik, Jakobson), sin excluir la evolución literaria (Shklovski, Tinianov), la relación entre literatura y sociedad (Tinianov, Voloshinov), etcétera


En su Poética (“Hablemos de poética”, 1447a) Aristóteles trata de definir la techné(arte) en prosa o en verso, “El arte que imita sólo con el lenguaje …carece de nombre hasta ahora” 1447 b. Diferencia entre verso y poesía, pero para él el verso no es una característica imprescindible de la poesía: “el poeta debe ser artífice de fábulas más que de versos” (Poét.1451b)
Para Aristótles es fundmental la verosimilitudNo es tarea del poeta contar lo sucedido, sino lo que podría suceder y lo que es posible según la verosimilitud o la necesidad. Pues el historiador y el poeta no se diferencian por escribir en prosa o en verso (pues sería posible poner en verso las obras de Heródoto y no sería menos historia con metro que sin metro), sino que se diferencian en que uno cuenta lo que ha sucedido y otro lo que podría haber ocurrido. La poesía es más filosófica y grave que la historia, pues la poesía cuenta más bien lo universal, y la historia lo particular (ARISTÓTELES: Poetica, 1451a).
Uno de los conceptos aristotélicos que hay que considerar es, pues, la VEROSIMILITUD,la cualidad por la que, lo que cuenta un texto podría haber ocurrido. Este arte que imita la acción humana se configura en la FÁBULA (mythos) o “composición de los hechos” -otro aspecto aristotélico fundamental-, el elemento fundamental de la tragedia (Poét., 1450 a) el argumento, la mímesis de la acción. La fábula no constituye, para Aristóteles, un género literario, sino un elemento de la retórica que debe facilitar que la obra poética sea un todo entero cuyos elementos estén unidos por una necesidad que une las partes entre sí. 
El tercer aspecto aristotélico a considerar es el de la catarsis  o “purgación de ciertas afecciones”.                    

2.2. Clasicistas           

La poética occidental se basa en los italianos del XVI (Minturno, Scalígero, Robortello…), y a través de ellos surge la poética española más antigua, la Philosophia Antigua Poética (1616) del helenista (fue médico, traductor y poeta) Alonso López Pinciano (1547-1627). En ella trata de restaurar la doctrina de Aristóteles: la imitación se considera como un hecho general en la naturaleza, y se desdobla en natural y artística; el lenguaje es lo único que crea la diferencia.
Ignacio de Luzán (1702-1754), difunde el Neoclasicismo en España con su Poética o Reglas de la poesía en general y de sus principales especies (1737 y 1789), en la que resalta que la característica de la imitación no es suficiente para definir la poesía, porque puede confundirse con otras artes, siendo de nuevo el lenguaje  en verso el que caracteriza este arte: “Imitación de la Naturaleza en lo universal o en lo particular, hecha en verso para utilidad o para deleite de los hombres, o para uno y otro juntamente” . Concede una gran importancia a la verosimilitud, cuyo fundamento no es otro que la opinión: “Será pues verosímil todo lo que es creíble, siendo creíble todo lo que es conforme a nuestras opiniones”. 
Distingue Luzán dos tipos de verosimilitud, una popular y otra noble: todo lo que es verosímil para los doctos lo es también para el vulgo, pero no todo lo que es verosímil para el vulgo lo es para los doctos.

2.3. El formalismo ruso

Jakobson ve en el lenguaje la característica que convierte a un texto en literario.

2.4.  R.Wellek y A. Warren (Theory of Literature. A Seminal Study of the Nature and Function of Literature In All Its Contexts, 1949)  retoman las definiciones estructuralistas en su capítulo “The Nature of Literature”donde hablan de “the particular use made of language in literature”. “Language is the material of literature as stone or bronze is of sculpture, paints of pictures or sounds of music”

2.5. John M.Ellis (The Theory of Literary Criticism, 1974)
            Este autor argumenta que la pregunta “¿qué es literatura?” está mal planteada, y que lo importante es definir las características de los textos literarios: “Literary texts are not defined as those of a certain shape or structure, but as those pieces of language used in a  certain kind of way by the community. They are used as literature”

 2. 6. V.M. de Aguiar e Silva
            La función poética del lenguaje permite la creación de un universo de ficción, y es el lenguaje el que “ tiene poder suficiente para organizar y estructurar mundos expresivos enteros”. El lenguaje literario constituye un discurso de contexto cerrado y semánticamente orgánico, que impone una verdad propia.
        Todorov no defiende este tipo de definiciones, sino que prefiere las funcionales.
3. Definiciones funcionales.

Son las definiciones de la literatura que la caracterizan por relación a algo que es externo y a lo que debe hacer. Es la perspectiva que adopta la crítica marxista. La literatura está incluida en la dinámica social, su ideología, su espacio y su tiempo, y se enfoca ligada al materialismo dialéctico (como filosofía) y al materialismo histórico (como proceso social), vinculada a un contexto que determina una concreta visión del mundo. Son representantes de estas teorías Lukács, Adorno, Walter Benjamin, Goldman y Terry Eagleton.   

4. Definiciones semióticas

La semiótica estudia el comportamiento del signo lingüístico en el entorno social, y en ese contexto, la literatura es una expresión concreta de un código. Este tipo de definiciones integran las estructuralistas y funcionales, y tienen en cuenta el rasgo de la comunicación del hecho literario.: “la literatura es un lenguaje propio del tipo de comunicación especial que es el arte” (J.Domínguez Caparrós)
Sin negar las peculiaridades lingüísticas del texto literario, éstas se vinculan a un contexto comunicativo que va más allá del texto. La consideración semiológica del texto literario implica una perspectiva comunicativa: la literatura  es un mensaje dentro de un acto de comunicación que se desarrolla en una situación especial, con un emisor, unreceptor y un contexto propio (que puede no ser el mismo que el del receptor o el del autor).
J.Domínguez Caparrós considera preferibles este tipo de definiciones, porque “aunque la literatura cambie de una época a otra, de una sociedad a otra, en su descripción debe integrar elementos textuales y extratextuales como caracterizadores del tipo de comunicación artística en que consiste”.
Lo que sí parece cierto, es que en los últimos tiempos el concepto sigue sin tener una definición que guste a todos los críticos. Como señalan Fernando Cabo Aseguinolaza y María do Cebreiro (Manual de teoría de la literatura, 2006, pág. 71), “Términos como el de paraliteratura reflejan bien la incomodidad conceptual ante un determinado tipo de textos que aun cumpliendo los requisitos formales que definen la extensión de lo literario, no alcanzan a satisfacer otro tipo de exigencias”
Puede consultarse, para más información sobre este tema, “Conceptos Básicos de Teoría de la literatura”, de Jesús G.Maestro

[1] EL Cïrculo de Praga  dio origen al FORMALISMO RUSO, que se consolidó entre 1915 y 1930 en Rusia. Se les llamó formalistas porque se centraron en la literalidad de los textos más que en su contenido ideológico. Las características que determinan lo literario son:
     -predominio de la función poética sobre la referencial (no se limita a comunicar)
      -ambigüedad, que permite riqueza de interpretación
      -lenguaje connotativo (y, por tanto, plurisignificativo)
[2] Ese segundo volumen también fue desconocido para los últimos gramáticos y bizantinos. La historia de la Poética en la antigüedad es oscura y no se conoce ningún comentario de ella hasta el punto de que los escritores antiguos la citan siempre de segunda mano. En la Edad Media, sin embargo, fue traducida al sirio en el siglo VIII, y en el siglo XIal árabe, versión que fue utilizada por Averroes[2], cuyo comentario fue publicado en 1451 en Venecia, traducido al latín. Aldo Manucio dio la primera edición del texto en 1508. Borges (1899-1986) en su cuento  “La busca de Averroes” refleja las dificultades con que se encontró Averroes para explicar el texto de Aristóteles sin ver ni saber qué era el teatro, pues el autor se encuentra con las mismas dificultades para hablar de Averroes y de una Espala del siglo XII a la que solo llega por algunas escasas notas biográficas. Se ha querido ver en este cuento una parábola de la “imposibilidad de la teoria de la literatura” 
Elena Gallardo Paúls, 2009