El signo
lingüístico no vincula un nombre con una cosa
sino un concepto con una imagen acústica
Saussure consideraba que la
lingüística del siglo XIX no se cuestionaba profundamente qué es el lenguaje ni
como funciona, decidió entonces abocarse a la investigación de éste, por sí
mismo. En su Curso de
Lingüística general Saussure propone dejar de lado el
estudio del lenguaje desde una perspectiva histórica (filología) y analizarlo
desde el punto de vista estructural.
El enfoque de Saussure, sostiene que
todas las palabras tienen un componente material (una imagen acústica) al que denominó
significante y un componente mental referido a la
idea o concepto representado por el significante al que denominó significado. Significante y significado conforman un signo.
Ampliando el horizonte de la
lingüística
Ferdinand de Saussure relacionó a la
lingüística con un estudio más general que los signos... identificó las
características de la lengua como entidades mentales, subrayó la creatividad
del lenguaje, estableció una terminología que favorecía la definición precisa
de términos generales, en lugar de la adopción de términos técnicos, adoptó un
sistema didáctico que recurría con frecuencia a las analogías tomadas de la
música, el ajedrez, el montañismo o el sistema solar para describir mejor los
rasgos del lenguaje. Estos logros, introducirán a la lingüística en el siglo
XX...
Ocupados en el desarrollo histórico
del lenguaje, los lingüistas tomaban como campo de estudio la lengua escrita.
El punto de partida utilizado por Saussure fue pues, el de la individualidad
del acto expresivo: la palabra hablada. Se presenta así la primera distinción
teórica entre:
Lengua (el sistema): O lo
que podemos hacer con nuestro lenguaje y;
Habla (el uso del
sistema): O lo que de hecho hacemos al hablar.
En algunos idiomas, existen vocablos
diferentes para referir estos dos conceptos, en inglés por ejemplo, se utilizan
los términos "language" para significar "lengua" y
"speech" para el habla. Sin embargo, pese a esta diferenciación
conceptual, ningún lingüista antes había focalizado sus estudios desde esta
perspectiva y la principal crítica de Saussure al enfoque tradicional de la
lingüística.
Esta diferenciación teórica,
requiere, consecuentemente, una definición de signo lingüístico que excluyera
los sonidos efectivos del habla.
Significante
y significado
La definición de signo lingüístico de Saussure incluye solo dos
componentes y no es más compleja que la empleada en la nomenclatura que él
mismo criticara debido a su simplismo. En efecto, admite la división del signo
en dos partes, ya que considera que la división propuesta por la nomenclatura
era atractiva, sin embargo, enfatizaba que debía evitarse sobre simplificar los
procesos involucrados en el lenguaje.
Saussure, en su definición de signo,
reemplazará el vocablo nombre, utilizada en la
conceptualización de nomenclatura, por imagen acústica esto es, la imagen mental de un nombre, que le permite al hablante
decirlo, y luego reemplazará a la cosa por el concepto. Es otras
palabras, en su definición, une dos entidades que pertenecen al lenguaje
eliminando el plano de la realidad de los objetos, esto es, los referentes
sobre los cuales se emplea el lenguaje. Porque si tanto el significado como
el significante son entidades mentales, es evidente que su marco teórico
propone una ruptura entre el plano lingüístico y el plano del mundo externo a
la mente.
Finalmente, esta definición de signo lingüístico se completará cuando le da el nombre
de significante a la imagen acústica y significado al concepto mental con el que se corresponde dicha imagen acústica.
Cabe preguntarnos por qué Saussure
eligió términos tan parecidos corriendo riesgo de confusiones conceptuales,
aparentemente, consideró que la mínima diferencia formal entre ambos términos
destacaría su contraste.
Principios de
arbitrariedad y linealidad
El signo lingüístico es arbitrario en el sentido que la conexión entre
significante y significado no se basa en una relación causal. La prueba de tal
afirmación, reside en el hecho que las distintas lenguas desarrollaron
diferentes signos, esto es, diferentes vínculos entre significantes y
significados; de otra forma, sólo una lengua existiría en el mundo. Ahora bien,
aún aceptando la arbitrariedad del signo en lo que respecta al vínculo entre
significante y significado, es claro que esta conexión no es arbitraria para
quienes usan una misma lengua, porque si esto fuera así, los significados no
serían estables y desaparecería la posibilidad de comunicación.
El principio de arbitrariedad opera
en forma conjunta con el segundo principio de Saussure que afirma que el significante siempre es lineal. Lo que significa que los sonidos de
los cuales se componen los significantes, dependen de una secuencia temporal.
Saussure afirma que el funcionamiento
del lenguaje depende de la linealidad y que esto tiene importantes
consecuencias dado que la linealidad impide ver u oír varios significantes
simultáneamente. Mientras que la linealidad del significante es una cadena, la
arbitrariedad que entre ambas partes del signo es un vínculo único.
Al analizar el signo en relación a
sus usuarios, Saussure observa una paradoja: la lengua es libre de
establecer un vínculo entre cualquier sonido o secuencia de sonidos con
cualquier idea, pero una vez establecido este vínculo, ni el hablante
individual ni toda la comunidad lingüística es libre para deshacerlo.
Tampoco es posible sustituir un signo por otro.
La lengua
castellana podría haber elegido cualquier otra secuencia de sonidos para el
significado que se corresponde con la secuencia C-L-I-M-A, pero una vez que dicho vínculo se ha consolidado,
la combinación ha de perdurar. No es posible legislar sobre el uso de la
lengua.
Sin embargo, con el tiempo, la lengua
y sus signos, cambian. Aparecen así, lentamente, modificaciones en los vínculos
entre significantes y significados. Los significados antiguos se especifican,
se agregan nuevos o se clasifican de modo diferente. Por ejemplo la palabra
"ratón" adquiere un significado distinto en relación a las
computadoras, en este caso, dos vínculos entre significado y significante
coexisten simultáneamente.
Saussure considera que no es posible
describir plenamente un lenguaje si esto se hace de forma aislada en relación a
la comunidad que hace uso de él y a su vez los efectos que el tiempo tiene
sobre el lenguaje (su evolución).
Efectivamente, durante el transcurso
del tiempo, el lenguaje evoluciona, lo que pone en evidencia que los signos
cambian. En consecuencia, Saussure afirma que una lengua puede ser estudiada
tanto en un momento particular como a través de su evolución en el tiempo. En
este sentido, diferenciará dos modalidades respecto al uso del lenguaje:
Sincrónica: (syncronos, al
mismo tiempo) Examina las relaciones entre los elementos coexistentes de la
lengua con independencia de cualquier factor temporal. Permite describir el
estado del sistema lingüístico, siendo esta descripción abarcativa de la
totalidad de los elementos interactuantes en la lengua.
Diacrónica: (diacronos, a
través del tiempo) Se enfoca en el proceso evolutivo y se centra en
aquellos fragmentos que se corresponden con ciertos momentos históricos.
Para el lingüista que apunta a
realizar una descripción completa de un lenguaje determinado, el análisis
diacrónico y sincrónico, aunque esto no sea necesario para una comunidad
lingüística. Esto significa que cuando se verbaliza el sistema de una lengua,
solo intervienen elementos sincrónicos puesto que nadie necesita conocer la
historia de una lengua para hacer uso de ella. Por otra parte, los factores
diacrónicos no alteran al sistema como tal. Para explicar este punto, Saussure
recurre a una metáfora planetaria, diciendo que si un planeta del sistema solar
cambiara de peso y tamaño, tales cambios alterarían el equilibrio del conjunto
en su totalidad, aunque de todas formas, el sistema solar, seguiría siendo un
conjunto.=
Si bien los hechos
sincrónicos y diacrónicos son autónomos, existe una relación de
interdependencia entre ambos. No es posible conocer el estado de una lengua si
no analizamos los cambios que sufrió.
Saussure dirá que el funcionamiento
de una lengua es como el ajedrez. El ajedrez es, como el lenguaje, un grupo de
valores diferentes que en conjunto, conforman un sistema completo. Las piezas
del ajedrez interactúan igual que los elementos de un lenguaje en estado
sincrónico. Cuando una pieza se mueve, el efecto es similar a un cambio
lingüístico y este le incumbe al análisis diacrónico. Aunque el movimiento sea
tan solo el de una pieza, este movimiento afectará a todo el sistema en su
totalidad. El estado del tablero ha cambiado: es uno antes de la jugada, y se
transforma en otro después, pero la movida, en sí misma, no pertenece a ninguno
de esos dos estados (porque los estados son sincrónicos).
La lingüística
sincrónica se ocupa de relaciones lógicas y
psicológicas que vinculan los términos que coexisten en un sistema, la lingüística diacrónica se ocupa de
términos que se reemplazan uno al otro cuando el sistema evoluciona, pero que
no forman un sistema.
Si el signo lingüístico no fuese arbitrario, los signos que componen el lenguaje estarían
determinados mutuamente por algún elemento externo. El valor lingüístico está
enteramente determinado por la existencia de relaciones y por ende, el signo
debe ser arbitrario.
Saussure llama "forma pura"
a la relación entre el significante y el significado, así como a la que existe
entre los distintos signos. Lo hace para recordarnos que no es sino una
relación.
El vínculo entre el sonido y el
pensamiento en el signo lingüístico produce FORMA y no sustancia
El lenguaje es un sistema de valores
en el sentido en que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas. Si tal
vínculo no existiera, sería imposible separar un pensamiento de otro. Los
sonidos no se diferencian entre sí más que los pensamientos no expresados. La
función del lenguaje no es crear un medio sonoro para expresar el pensamiento
sino mediar entre el pensamiento y el sonido, de modo tal que el vínculo entre
ambos dé por resultado unidades que se determinen mutuamente.
Existen para Saussure, dos tipos
diferentes de significación, una que corresponde al signo tomado en forma
aislada y otra, que surge de contrastar ambos signos. La primera clase de
significación está subordina a la segunda y para destacar la diferencia la
denomina valor lingüístico.
Contraste por valor lingüístico
El signo, en efecto, comunica un valor lingüístico el cual deriva de su contraste con
otros signos con los que está vinculado. Por ejemplo: nieve, helado, hielo, glaciar. Cada una se entiende en la medida
que se entiende la otra, porque podemos diferenciarlas una de otra.
"Helado" no significa "nieve" y "hielo" no
significa "glaciar", etc. El principio que
distingue el valor del significado, distingue también las formas entre sí y
crea el significado.
A su vez, "nieve" significa
lo que significa porque es diferente de "nave" y "nieto"
porque poseen formas contrastantes. Si bien la diferencia sonora es mínima,
esta es suficiente para hacer de cada
una un signo lingüístico diferente.
El motor del significado es la
diferencia. Para la conformación de un sistema (que opera creando diferencias
entre ideas e imágenes sonoras) no se requiere términos positivos. Este puede
construirse sobre la base de la negación. Porque si analizamos significantes y
significados de forma separada, observaremos que son diferencia pura. Sin
embargo, en donde significante y significado confluyen, es donde hallamos el
elemento positivo.
La forma de un signo difiere de la de
otros signos como forma; el concepto difiere de otros como concepto. Pero el
signo en tanto que signo, no difiere de otros signos. sino que se diferencia. La diferencia es algo que puede definirse apelando a un tercer
término: La diferencia entre dos y tres es uno. Diferenciarse implica
simplemente que dos no es igual a tres.
Relaciones
lineales y relaciones asociativas
Entre los signos lo que hay pues, es
oposición. En la lingüística sincrónica se distingue una oposición básica de
dos tipos de relaciones:
Relaciones lineales: se refiere a los
signos complejos o secuencias de signos con dos o más componentes, ordenados en
una línea o secuencia significativa: montañas, las montañas, escalar las montañas,
escalar las montañas nevadas, etc.
Relaciones no
lineales (formales) asociaciones de forma o de
significado o de ambas cosas que los hablantes establecen de manera automática
ante cualquier signo: montaña, cabaña,
campaña, campiña, campo, campesino, etc.