Gianni
Rodari en su simpática "Gramática de la fantasía":
«El
encuentro decisivo entre los chicos y los libros se produce en los pupitres del
colegio. Si se produce en una situación creativa, donde cuenta la vida y no el
ejercicio, podrá surgir ese gusto por la lectura con el cual no se nace, porque
no es un instinto. Si se produce en una situación burocrática, si al libro se
lo maltrata como instrumento de ejercitaciones (copias, resúmenes, análisis
gramatical, etc.), sofocado por el mecanismo tradicional
"examen-juicio", podrá nacer la técnica de la lectura, pero no el
gusto. Los chicos sabrán leer, pero leerán sólo si se les obliga. Y, fuera de
la obligación, se refugiarán en las historietas —aun cuando sean capaces de lecturas
más complejas y más ricas—, tal vez sólo porque las historietas se han salvado
de la "contaminación" de la escuela».
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