10 marzo 2013

María Elena Walsh (1947)




Llegué a tus aguas, a tu triste puerto,
a tu caudal, edad enamorada.
Para morir y renacer advierto
mi vida sin usar, mi voz prestada.

Ya me convocas para todo asombro
y de obstinado fuego me alimentas;
mientras tanto me pesan en el hombro
tus fierros, tus palomas, tus tormentas.
(«Invocación a la profunda adolescencia»)

Que el silencio presida mi pavorosa angustia,
que nada en mí pretenda huir de lo inevitable.
Para sufrir más tarde el tiempo de las lágrimas
vivo ahora esta edad de sed y aprendizaje.

(«Término»)
María Elena Walsh (1947)

No hay comentarios:

Publicar un comentario