11 marzo 2013

Reflexionando: El concepto “literatura”


El concepto “literatura”
¿Alguna vez la enseñanza de la literatura se preguntó por su objeto? 
Digamos que, mientras la literatura que se leía en la escuela estaba exigida por las políticas y los conflictos culturales que trajo aparejada la inmigración de principios del siglo XIX, la pregunta no era necesaria. La pregunta, entonces, estaba demás, en la medida en que lo seleccionado, el recorte, concebido como un todo, se ajustaba a una concepción de la literatura construida alrededor de la norma culta. Esa pregunta recién se formulará en las aulas en la década de 1960 y se plasmará como crítica, promoviendo una impostergable revisión del objeto, a fines del siglo XX.
Reflexionar sobre el origen del término “literatura” nos ayuda a reconocer dos procesos lentos y simultáneos. Por un lado, tal como lo ha estudiado el sociólogo Pierre Bourdieu, en el Renacimiento se constituye un espacio especialmente dedicado a la producción de bienes simbólicos. Ese espacio, al que el sociólogo francés nomina “campo intelectual”, nos sirve para identificar de qué modo las producciones intelectuales y sus instituciones, desde el artista hasta el marchant, desde el escritor hasta el editor, desde el mercado hasta la academia, se vinculan con y funcionan en la estructura social.
Por otro lado, tal como lo analiza el crítico inglés Raymond Williams, el concepto original de “literatura” también surge durante el Renacimiento. La palabra tiene su raíz en el término latino litera, que significa “letra del alfabeto”. Literatura fue, en un principio, la facultad de leer y el haber leído. De algún modo, esta calificación derivó luego hacia lo que hoy llamamos “letrado” y recién a mediados del siglo XIX adquirió el significado que tiene en la actualidad.
...durante el siglo XVIII, literatura fue originariamente un concepto social generalizado que expresaba cierto nivel (minoritario) de realización educacional. Esta situación llevaba consigo una definición alternativa potencial y eventualmente realizada de la literatura considerada refiriéndose a los “libros impresos”, los objetos en los cuales, y a través de los cuales, se demostraba esta realización.
[...]
La definición indicada por este desarrollo se ha conservado a cierto nivel. La literatura perdió su sentido originario como capacidad de lectura y experiencia de lectura y se convirtió en una categoría aparentemente objetiva de libros impresos de cierta calidad. Los intereses de un “editor literario” o de un “suplemento literario” todavía serían definidos de este modo. Sin embargo, pueden distinguirse tres tendencias conflictivas: primero, un desplazamiento desde el concepto de “saber” hacia los de “gusto” o “sensibilidad”, como criterio que define la calidad literaria; segundo, una creciente especialización de la literatura en el sentido de los trabajos “creativos” o “imaginativos”; tercero, un desarrollo del concepto de “tradición” dentro de los términos nacionales que culminó en una definición más efectiva de una “literatura nacional”. 1
1Frigerio, Graciela (comp.), Curriculum presente, ciencia ausente, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1991, p. 37.

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